A ver, lo que disfrutaríamos mucho, creo, es un programa donde las gracias las hicieran los magos (aquellos que sean cómicos o tengan algún tono de humor) y un poquito el presentador, que tiene que resultar simpático. Un programa donde las únicas estrellas sean los magos, no ayudados por el tirón del invitado famoso, y donde el centro de todo sea la magia y sólo la magia, y por tanto que lo que saque adelante el programa sea el número que haga cada ilusionista. Un programa en donde pueda caber el picante de un concurso, por qué no, un concurso breve entre magos noveles o entre magos de renombre que quieran prestarse a competir entre ellos en sana deportividad, y con un jurado mixto compuesto por magos de excelencia reconocida, y por grandes artistas profanos pero expertos en teatro, artes visuales, directores de cine, críticos de arte, etc, y también una pequeña cuota de profanos normalitos. Un programa hecho de manera formal, sin cosas raras para atraer al espectador que hace zapping, sino que un presentador (que también puede ser mago y hacer un breve efecto) va introduciendo a las distintas estrellas invitadas, y mejor que no siempre sean las mismas, sino que desfile una buena parte del panorama mágico español, para que el telespectador se vaya un poco culturizado sobre cómo está la magia en España, conociendo algunos nombres y estilos que no conocía, e incluso más educado en ver magia, gracias a los comentarios de los expertos del jurado. Un programa en el que pueda entrar también algún número no mágico para descansar: un humorista, un ventrilocuo, un malabarista, incluso un cantante de moda, pero como cosa aparte para descansar un rato de tanta magia.
Ese programa, hoy en día no puede ser. Eso podía caber en la España de Jose María Íñigo, pero no en ésta (aunque Nadaxaquí no estaba muy alejado de esto). Pero es que también pasa si uno quiere programar un concierto de música clásica a esa hora en Antena 3. Lo que fallaría no es la música clásica, que seguiría tan maravillosa como siempre, sino las exigencias de los tiempos. Este tipo de programas podrían hacerse hoy en día, pero en Televisión Española, aunque sea en la 2, cadenas públicas, donde le debería dar igual si hay más o menos audiencia con tal de programar cosas con otro espíritu. Así que yo comprendo muy bien cómo es el programa, y el que esté el actor cómico este del bigote, y Alaska, y porque se ve que Mario Vaquerizo le ha cedido el puesto, que si no, también. Y que salgan famosos, y que Pitingo se ponga a cantar en la levitación, y todo lo que quieran. Es más, me alegro mucho de que el concurso sea una pantomima porque los famosos sean en realidad ayudantes y no hagan ellos solos el juego de magia, porque la otra fórmula tipo Shalakabula donde el famoso hacia él solo el juego, me gustaba menos. Por lo menos así podemos disfrutar del arte de Jorge, Yunke, Luis, etc. Y no da tanto la sensación de que cualquier persona, con un par de consejillos, ya es capaz de hacer un impactante juego de magia, que le quita un poco el halo de misterio al Ilusionismo, aunque todos sepan que tiene truco.
Me recuerda a cuando era pequeño, el programa "El mundo de la música", para niños, donde el director García Asensio regalaba batutas e invitaba a los niños a salir a dirigir... son recursos para atraer un público algo especial, como son los niños entonces, o los adultos de hoy. Los famosos siempre han sido un recurso válido: David Copperfield ha sacado famosos desde el primer especial, pero como espectadores o para que intervinieran con él en un número donde el mago era siempre él... Puede pasar. No todos los programas pueden ser tan puros como el primer Por Arte de Magia de Juan Tamariz, donde era la magia y sólo la magia lo que era el centro de todo (y algo de la ventriloquía con Selvin). Alguna vez había algún famoso en las gradas, una breve conversación con él y adiós. En el momento en que el famoso empieza a tener más protagonismo, ya entramos en otro registro. Probablemente, si no es con esta fórmula, no se hubiera aceptado el programa por los directivos de la cadena, y gracias que lo han metido... y siempre esclavos de la audiencia, porque como no funcione, lo cortan al segundo episodio si hace falta, lo han hecho muchas veces con otros programas. Es lo que hay, así que vamos a disfrutarlo. Y lo de Juan con el cochecito, pues hombre, nos gustaría ver otra cosa... pero hace bien el maestro, es como cuando el Dúo Dinámico quería interpretar una nueva canción por la tele, que la gente les decía: jo, no, no, cantad quisiera ser y quince años tiene mi amor. Las cantaban y todos embobados -es lo que tienen los profanos-, y no podían salir de eso, jeje.