¡No es posible!, se dijo. En la puerta estaba la bellísima Nicole, una señorita que no era la primera vez que la había visto por la calle y entre su público, y de la que andaba secretamente enamorado -también-.
_Buenos días, Monsieur Mortimer. Perdone que le moleste. He visto alguna vez sus prodigios y experimentos y he quedado encantada. ¿Me podría hacer alguno?
_Mmmm, sabe usted, señorita, que soy un prestidigitador reputado y que mis actuaciones tienen un precio. Sin embargo, no puedo negar nada a una preciosa damisela como usted. Mire, aquí tengo una baraja. Utilizo baraja española porque es más chic y más bonita ¿sabe? Cada vez somos más los que la usamos, porque los españoles siempre han sido más diestros en el arte de la física recreativa con naipes. ¿Cómo se llama usted?
_Collette, monsieur.
_Bonito nombre. Coja usted una carta cualquiera, con la baraja boca arriba porque no es para adivinarla. ¿El As de Copas?, muy bien, que en la nuestra sería el As de corazones ¿no?. Ahora démela para que la pierda en el mazo. Muchas gracias...
Fíjese Collette, sólo tengo que soplar sobre la baraja y ahora voy a pasar las cartas una a una, para que Vd. vea que el As de Copas ha desaparecido...
_
¡Oh la la, es cierto, Monsieur Mortimer! ¡No está en la baraja! ¿Cómo lo ha hecho?
_Espere, espere, bella Collette. Porque más asombrada se va a quedar cuando sepa la razón de que ya no esté en la baraja. La razón es que el As de Copas está en mi bolsillo. ¡Aquí!
_¡Muy bueno!... Pero... ¿No es esa la sota de espadas, Monsieur Mortimer?
_
¿Qué? ¡OH! ¡La sota de espadas! ¿Pero y el as de copas? No comprendo nada... Perdone, señorita, no sé lo que ha podido pasar...
_
Creo que yo se lo puedo decir, Monsieur Mortimer... El As de Copas ya no está en la baraja, pero tampoco está en su bolsillo, por la sencilla razón de que está en mi liguero... ¿Es ésta la carta que Vd. busca?
_
¡Mademoiselle Collette! Pero... ¿CÓMO HA HECHO USTED ESO? !!!!!!!
_jaja, muy sencillo. Cuando me ofreció tomar una carta, tomé dos, con el As de Copas encima, que fue la que usted vio. Cuando me pidió que se la devolviera, lo hice boca abajo e introduciéndo parte de ella en la baraja para que ya no la pudiera girar y ver que ya no era, porque fue la otra, la sota de espadas la que le di, quedándome con el as. Con sus procedimientos mágicos, la llevó a su bolsillo, convencido de que era el as, cuando en realidad era la sota, mientras que yo tuve todo el tiempo del mundo para colocarme el as en el liguero. No hay mejor distracción que la de un mago preocupado porque no se le vea el truco.
_¡Por favor! ¡Si es usted maga! ¡Haberlo dicho antes! ¡Pero es usted buenísima!
_Sí, lo de buenísima lo tiene claro todo París.
_Mire, alguna vez traigo a algún mago para que actúe en mi teatro y así variar un poco. ¿Me haría el honor de aceptar un contrato?
_Mmmm, déjeme pensarlo, ahora tengo otras obligaciones...
_Por favor, Collette... Mire, de rodillas me pongo.
_
jajaja, qué gracioso, hombre,...si me lo pide así, acepto Monsieur Mortimer
. Mañana nos vemos después de su actuación, quiero que me enseñe todo el teatro, sobre todo me interesa ver el escenario, los puntos de luz y las butacas con ángulos malos... También quiero ver de qué material dispone ¡todo! Y tan sólo una cosa más, las sedas las quiero sin ningún desperfecto o me voy, está usted tratando con una dama.
_Sí, sí, Mademoiselle Collette, todo se hará como usted desea, muchas gracias, muchas gracias, mademoiselle Collete, muchas gracias...