Creo que es una asignatura pendiente para muchos de nosotros, y es posible que también lo sea en nuestro arte en términos generales, no lo sé.
¿Cómo ganar en sensibilidad y expresividad? Sin duda un buen medio es empaparse de ejemplos en donde abunden ambas cualidades, aunque correspondan a otras artes. Pero creo que existe un medio mejor, el de escuchar una y otra vez los análisis y comentarios sobre ejemplos concretos, porque a veces no percibimos todo lo que hay que percibir y necesitamos que otras personas expertas nos ayuden a ver el bosque entre los árboles.
Para los que consideren que estas cosas no son tonterías y que tienen un valor eminentemente práctico, opino que podríamos intentar avanzar con el siguiente método. Se trata de ver clases magistrales ("masterclass" para buscarlas en Youtube). Creo que las más desarrolladas son las relativas al arte de la Música. Voy a enlazar aquí los primeros capítulos de cuatro series de clases magistrales: de Plácido Domingo, Pavarotti, Teresa Berganza y Arthur Rubinstein. Están en inglés y francés pero algo se puede entender, sobre todo porque las pronunciaciones son claras por el origen de los maestros, y también porque se habla poco y se hace mucho.
Además de educarnos en sensibilidad y expresividad, estos vídeos sirven para darnos cierto complejo sano de que podríamos preparar mejor nuestros juegos, porque me temo que a lo mejor, algunos, lo que buscamos es ejecutar bien la parte técnica, darle una presentación interesante y que el público se asombre, se divierta y nos felicite efusivamente. Eso parece el sumum. Bien, pero ¿y el arte? ¿Se ve la vida de otra manera después de vernos hacer Magia? ¿Despertamos lo más noble del ser humano con nuestro arte? ¿Sanamos psicológicamente, como dice Jodorowsky que es la verdadera función del arte? Todo esto parecen utopías, pero sabemos que, sobre todo en otras artes y con buenos intérpretes, sucede cada día y son maravillosas realidades.
¿Cómo realzamos un clímax con la voz y con los gestos? ¿Cómo cuadramos la baraja? ¿Cómo extraemos un pañuelo de una caja? ¿Simplemente sacándolo por una punta? ¿Nos preocupamos de administrar las pausas valorativas para crear expectación? ¿Cómo revelamos la palabra que el espectador ha escrito en un papel que luego se ha quemado? ¿Simplemente diciéndola con gesto trascendente y esperando que lo inexplicado del efecto sea lo que provoque el aplauso? El día en que el aplauso lo arranquemos nosotros por nosotros mismos y no por lo sorprendente o imposible del truco, el día en que no brillemos por lo que hacemos sino por cómo lo hacemos, es posible que hayamos pasado de magos a buenos magos. Y ya sé que soy pesadito con la afirmación que me gusta tanto repetir, pero la repito: si quieres ser buen mago, rodéate de mujeres en tu aprendizaje, aprende de las mujeres profanas como si fueran maestras de la Magia (aunque no todas las mujeres, claro, y sí también algunos hombres), pregúntales, cambia tu modo de hacer magia según lo que te digan ellas. Porque ellas no miran lo mismo que nosotros vemos, muchas de ellas no quieren ver la Magia en las cartas o en las monedas, quieren ver la Magia en el mago; y si no, no les gusta. ¡Grandes maestras!
Pues venga, a los pocos que creamos en estos enfoques, a aprender Magia con estas clases magistrales, porque aunque hablen de interpretación músical, sin darnos cuenta nos encontraremos al poco tiempo perfeccionando nuestra magia con detalles insospechados antes y llenándola de sensibilidad y expresividad. Y a los que no les encuentren substancia a estas teorías -lo cual es muy respetable-, pues no pasa nada, "cada maestrico con su librico".
¿Cómo ganar en sensibilidad y expresividad? Sin duda un buen medio es empaparse de ejemplos en donde abunden ambas cualidades, aunque correspondan a otras artes. Pero creo que existe un medio mejor, el de escuchar una y otra vez los análisis y comentarios sobre ejemplos concretos, porque a veces no percibimos todo lo que hay que percibir y necesitamos que otras personas expertas nos ayuden a ver el bosque entre los árboles.
Para los que consideren que estas cosas no son tonterías y que tienen un valor eminentemente práctico, opino que podríamos intentar avanzar con el siguiente método. Se trata de ver clases magistrales ("masterclass" para buscarlas en Youtube). Creo que las más desarrolladas son las relativas al arte de la Música. Voy a enlazar aquí los primeros capítulos de cuatro series de clases magistrales: de Plácido Domingo, Pavarotti, Teresa Berganza y Arthur Rubinstein. Están en inglés y francés pero algo se puede entender, sobre todo porque las pronunciaciones son claras por el origen de los maestros, y también porque se habla poco y se hace mucho.
Además de educarnos en sensibilidad y expresividad, estos vídeos sirven para darnos cierto complejo sano de que podríamos preparar mejor nuestros juegos, porque me temo que a lo mejor, algunos, lo que buscamos es ejecutar bien la parte técnica, darle una presentación interesante y que el público se asombre, se divierta y nos felicite efusivamente. Eso parece el sumum. Bien, pero ¿y el arte? ¿Se ve la vida de otra manera después de vernos hacer Magia? ¿Despertamos lo más noble del ser humano con nuestro arte? ¿Sanamos psicológicamente, como dice Jodorowsky que es la verdadera función del arte? Todo esto parecen utopías, pero sabemos que, sobre todo en otras artes y con buenos intérpretes, sucede cada día y son maravillosas realidades.
¿Cómo realzamos un clímax con la voz y con los gestos? ¿Cómo cuadramos la baraja? ¿Cómo extraemos un pañuelo de una caja? ¿Simplemente sacándolo por una punta? ¿Nos preocupamos de administrar las pausas valorativas para crear expectación? ¿Cómo revelamos la palabra que el espectador ha escrito en un papel que luego se ha quemado? ¿Simplemente diciéndola con gesto trascendente y esperando que lo inexplicado del efecto sea lo que provoque el aplauso? El día en que el aplauso lo arranquemos nosotros por nosotros mismos y no por lo sorprendente o imposible del truco, el día en que no brillemos por lo que hacemos sino por cómo lo hacemos, es posible que hayamos pasado de magos a buenos magos. Y ya sé que soy pesadito con la afirmación que me gusta tanto repetir, pero la repito: si quieres ser buen mago, rodéate de mujeres en tu aprendizaje, aprende de las mujeres profanas como si fueran maestras de la Magia (aunque no todas las mujeres, claro, y sí también algunos hombres), pregúntales, cambia tu modo de hacer magia según lo que te digan ellas. Porque ellas no miran lo mismo que nosotros vemos, muchas de ellas no quieren ver la Magia en las cartas o en las monedas, quieren ver la Magia en el mago; y si no, no les gusta. ¡Grandes maestras!
Pues venga, a los pocos que creamos en estos enfoques, a aprender Magia con estas clases magistrales, porque aunque hablen de interpretación músical, sin darnos cuenta nos encontraremos al poco tiempo perfeccionando nuestra magia con detalles insospechados antes y llenándola de sensibilidad y expresividad. Y a los que no les encuentren substancia a estas teorías -lo cual es muy respetable-, pues no pasa nada, "cada maestrico con su librico".