Cada vez que veo una grabación de Arturo de Ascanio, es una lección de amor. Se nota a distancia que cada momento del juego está cuidado, pensado, soñado y amado. Pero no porque ya sepamos que en él es así, sino que se le nota perfectamente en las inflexiones de la voz, en los movimientos de las manos; se está recreando, está gozando de lo que sabe que es maravilloso…
Como si por dentro estuviera diciéndose todo el rato -consciente o inconscientemente-: qué bonito, qué bueno, qué preciosidad… Y esas pulsiones salen afuera casi sin darse cuenta. ¿Es verdad o no? Yo no he visto a otro mago disfrutar tanto como él. Eso es lo que me transmite.
¿Quién está conectado?
Usuarios navegando por este Foro: No hay usuarios registrados visitando el Foro y 11 invitados