Un buen amigo me envía esta reseña aparecida en el periódico La Vanguardia del pasado 30 de junio. He sombreado en negrita la parte más interesante... la pregunta es: alguien sabe si es cierto esto que dicen? A tanto ha llegado la técnica en los casinos? Tanto confían en sus cámaras? Quizás en la ruleta será difícil hacer trampas, pero yo he visto hacer mezclas falsas, dadas falsas e incluso enfiles a dos centímetros de mis narices y yo habría jurado ante quien fuese que eran auténticas... Ni el crupier más avispado se daría cuenta, estoy seguro. Y mucho menos viendo una filmación en vídeo.
El Casino de Barcelona cumple tres años en la ciudad, y la escuela de crupiers, veinte
LUIS BENVENUTY
La Escuela de Crupiers de Barcelona acaba de graduar a su vigésima promoción. Son ya veinte años de historia los que acumula esta institución reconocida por la Generalitat y organizada por el holding empresarial Casinos de Catalunya, quien controla los tres casinos del país, para abastecerse de profesionales de calidad. Ahora, los 36 afortunados que han superado el curso con éxito tienen por delante un año de prácticas.
"Un buen crupier debe ser una persona de manos ágiles -explica el director de relaciones institucionales de Casinos de Catalunya, Sergi Loughney-, pero no todo es espectáculo sobre la mesa. También se trabaja bastante en la formación humana: se estudia mucha psicología, asignaturas humanitarias e incluso artes escénicas. No olvidemos que es un trabajo cara al público."
Así, un crupier de calidad debe saber cuándo un jugador ha perdido el norte para garantizar que el juego no pierda su sentido, "que no es otro que la pura diversión, lo que buscamos desde niños y que perdemos en parte durante la edad adulta por culpa de las crecientes responsabilidades".
Sin embargo, la tecnología ha liberado al crupier de una de sus labores más engorrosas: la caza del tramposo. "Cada mesa está vigilada por una cámara y todos los casinos tienen un fichero de morosos, pero es más o menos lo mismo que lo que tienen las grandes superficies comerciales, los bancos, etcétera..." La ciencia ha desterrado a los tahures de las mesas de juego.
Y es que los casinos están cambiando su imagen. De aquellos centros de verano para familias pudientes de principios del siglo XX se ha pasado a la popularización actual y a un servicio abierto a todos los públicos, siempre y cuando no sean menores de dieciocho años, donde se combinan la gastronomía, el espectáculo y el juego controlado "sin abusos". "Los casinos son ya un motivo de prestigio para una ciudad, una seña más de su identidad. El casino del siglo XXI es como un parque lúdico."
(...)
"Del dinero que recauda un casino, el 55 por ciento sirve para pagar tasas a la Generalitat, un 16 por ciento va al Ayuntamiento y, de las ganacias, Hacienda se queda un 35 por ciento." Además, prosigue, "del total de ludópatas atendidos por la Generalitat, más del 99 por ciento debe su problema a las máquinas tragaperras de los bares, el 0,5 por ciento a los bingos y sólo el 0,2 por ciento a los casinos. Venir al casino es para la gran mayoría un acontecimiento festivo, no es algo rutinario. En el de Barcelona, las federaciones locales organizan sus competiciones de dominó, bridge y las cenas correspondientes".
No obstante, los casinos no son más que la punta del iceberg del gran negocio del juego en España, cuyas dos terceras partes están controladas por el Estado y la otra en manos privadas. "De esta parte, el 85 por ciento lo constituyen las máquinas tragaperras, el nueve por ciento los bingos y el seis por ciento restante corresponde a los casinos", asegura el portavoz de Casinos de Catalunya.
El Casino de Barcelona cumple tres años en la ciudad, y la escuela de crupiers, veinte
LUIS BENVENUTY
La Escuela de Crupiers de Barcelona acaba de graduar a su vigésima promoción. Son ya veinte años de historia los que acumula esta institución reconocida por la Generalitat y organizada por el holding empresarial Casinos de Catalunya, quien controla los tres casinos del país, para abastecerse de profesionales de calidad. Ahora, los 36 afortunados que han superado el curso con éxito tienen por delante un año de prácticas.
"Un buen crupier debe ser una persona de manos ágiles -explica el director de relaciones institucionales de Casinos de Catalunya, Sergi Loughney-, pero no todo es espectáculo sobre la mesa. También se trabaja bastante en la formación humana: se estudia mucha psicología, asignaturas humanitarias e incluso artes escénicas. No olvidemos que es un trabajo cara al público."
Así, un crupier de calidad debe saber cuándo un jugador ha perdido el norte para garantizar que el juego no pierda su sentido, "que no es otro que la pura diversión, lo que buscamos desde niños y que perdemos en parte durante la edad adulta por culpa de las crecientes responsabilidades".
Sin embargo, la tecnología ha liberado al crupier de una de sus labores más engorrosas: la caza del tramposo. "Cada mesa está vigilada por una cámara y todos los casinos tienen un fichero de morosos, pero es más o menos lo mismo que lo que tienen las grandes superficies comerciales, los bancos, etcétera..." La ciencia ha desterrado a los tahures de las mesas de juego.
Y es que los casinos están cambiando su imagen. De aquellos centros de verano para familias pudientes de principios del siglo XX se ha pasado a la popularización actual y a un servicio abierto a todos los públicos, siempre y cuando no sean menores de dieciocho años, donde se combinan la gastronomía, el espectáculo y el juego controlado "sin abusos". "Los casinos son ya un motivo de prestigio para una ciudad, una seña más de su identidad. El casino del siglo XXI es como un parque lúdico."
(...)
"Del dinero que recauda un casino, el 55 por ciento sirve para pagar tasas a la Generalitat, un 16 por ciento va al Ayuntamiento y, de las ganacias, Hacienda se queda un 35 por ciento." Además, prosigue, "del total de ludópatas atendidos por la Generalitat, más del 99 por ciento debe su problema a las máquinas tragaperras de los bares, el 0,5 por ciento a los bingos y sólo el 0,2 por ciento a los casinos. Venir al casino es para la gran mayoría un acontecimiento festivo, no es algo rutinario. En el de Barcelona, las federaciones locales organizan sus competiciones de dominó, bridge y las cenas correspondientes".
No obstante, los casinos no son más que la punta del iceberg del gran negocio del juego en España, cuyas dos terceras partes están controladas por el Estado y la otra en manos privadas. "De esta parte, el 85 por ciento lo constituyen las máquinas tragaperras, el nueve por ciento los bingos y el seis por ciento restante corresponde a los casinos", asegura el portavoz de Casinos de Catalunya.
Alberto Inquieto
alberto@damainquieta.com
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Hay de aquel que se crea ingañable. Que le pongan las camaras que quieran a un Steve Forte, a ver que pasa.
