Querido Shetam:
En esta pregunta, aparentemente inocente, a mi entender se funden conceptos estéticos y éticos de nuestro Arte. Cuando presentamos una caja o cualquier objeto ante los espectadores, no decimos que la caja es normal (aunque esté trucada) y damos por supuesto que es una caja “inocente”. Cuando se utiliza un compadre no se le pregunta ¿Usted y yo no nos conocemos de nada, verdad?. Pienso que el uso de un compadre no solamente es lícito, sino que es una maravilla. Grandes y respetados magos los han utilizado y los utilizan; pero no les obligan a mentir ante el respetable.
No creo que haya nadie que fije límites en el uso de compadres. A mi criterio el uso debe ser puntual, la relación debe ser profesional, es decir, remunerada, y sus vidas privadas no deben estar relacionadas. El uso de compadres que sean familiares, amigos, etc. Suelen dar al traste con el efecto y con el misterio.
Dentro de la ética, yo no usaría como compadre a un niño (y he visto hacerlo) a no ser que se trate de una broma y luego, en su descubrimiento, todo el mundo participe con risas. Me parece que es tan presupuesta la inocencia de un niño que un juego en el que su participación esté condicionada puede considerarse como una estafa a tu público, con independencia de posibles efectos secundarios sobre el propio niño. (Esta opinión no la he contrastado nunca con nadie).
En esta pregunta, aparentemente inocente, a mi entender se funden conceptos estéticos y éticos de nuestro Arte. Cuando presentamos una caja o cualquier objeto ante los espectadores, no decimos que la caja es normal (aunque esté trucada) y damos por supuesto que es una caja “inocente”. Cuando se utiliza un compadre no se le pregunta ¿Usted y yo no nos conocemos de nada, verdad?. Pienso que el uso de un compadre no solamente es lícito, sino que es una maravilla. Grandes y respetados magos los han utilizado y los utilizan; pero no les obligan a mentir ante el respetable.
No creo que haya nadie que fije límites en el uso de compadres. A mi criterio el uso debe ser puntual, la relación debe ser profesional, es decir, remunerada, y sus vidas privadas no deben estar relacionadas. El uso de compadres que sean familiares, amigos, etc. Suelen dar al traste con el efecto y con el misterio.
Dentro de la ética, yo no usaría como compadre a un niño (y he visto hacerlo) a no ser que se trate de una broma y luego, en su descubrimiento, todo el mundo participe con risas. Me parece que es tan presupuesta la inocencia de un niño que un juego en el que su participación esté condicionada puede considerarse como una estafa a tu público, con independencia de posibles efectos secundarios sobre el propio niño. (Esta opinión no la he contrastado nunca con nadie).