Cosas que no tienen relación directa con nuestro arte, off-topic
#128004 por Daroca
18 Dic 2009, 12:30
:D Hola, amigos dameros.


En el hilo "Necrológicas personales" -en el que tanto os agradezco y seguiré agradeciendo vuestro apoyo y pésame- comenté mi deseo de dar a conocer, al que quisiera leerlas, algunas reflexiones espirituales que había descubierto con motivo del fallecimiento de mi madre y que estimaba que podían ser de utilidad a personas que en un futuro pasaran por un trance parecido, pero que prefería que fuera en un hilo distinto con el título específico de "para católicos", para que nadie se sintiera invadido o molesto, ya que hacen referencia a Dios, la Virgen, el sentido de la Cruz, etc. De esta forma, sólo leerá este tipo de cosas el que desee leerlas, ya avisado de qué van, quedando este nuevo hilo que se abre hoy para este tipo de alimento espiritual, y el de "Necrológicas personales" para manifestar noticias luctuosas y dolorosas, el que desee hacerlas públicas, y recibir las condolencias de los amigos dameros que quieran darlas, que consuelan bastante.

El propósito, pues, de este nuevo hilo titulado "MANANTIAL (Oración y meditación para católicos)" es sencillamente construir un lugarcito para la paz y para la espiritualidad católicas: oraciones, imágenes piadosas, reflexiones espirituales, canciones religiosas, etc, cosas que reconforten el alma, que muy bien puede entrar en el offtopic de un foro artístico, por su gran utilidad para el artista como persona -pues como nos enseña nuestro padre mágico Arturo de Ascanio: "La humanidad es lo principal: primero hay que ser humanista y después hay que ser mago".

Todo con muchísimo respeto a quienes del foro no sean católicos: nuestros amigos protestantes, ortodoxos, anglicanos, musulmanes, budistas, religiones personales, gnósticos, agnósticos, ateos, indiferentes, etc. Quien no le guste o no crea, pues no le serán de interés este tipo de cosas; tiene todo el respeto de quienes sí que nos interese el hilo, y también nuestra amistad, si la acepta.

No es, pues, el típico hilo para debatir dudas de fe o cuestiones polémicas sobre la Iglesia o sobre la existencia de Dios o sobre la moral, sino para relajarse, contemplar la belleza de Dios y recargar un poquito las pilas en paz, que tanta falta nos hace en esta vida tan ajetreada. Quien quiera debatir, existen foros dedicados al debate, o bien en este mismo puede abrir un tema off topic para ello, si es que le apetece debatir y discutir, en el cual yo no participaría porque creo que la búsqueda de la Verdad es mejor que sea a solas o en diálogo íntimo confidente entre dos amigos, pero el apasionamiento de ese tipo de discusiones suele enrocarnos más en nuestra posición y excitar la agresividad, justo lo contrario de la paz y de la tolerancia. Para dudas y cuestiones de ese tipo, hay páginas como ésta: , o por mensaje privado lo que queráis, pero no caeré en la tentación de discutir en público porque yo creo que no es el mejor camino para la paz y la fraternidad.


Un abrazo muy cordial a todos.



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#128005 por Daroca
18 Dic 2009, 12:44
Antes de empezar a escribir esas reflexiones, comenzaré con este cortometraje Disney dedicado al burrito que llevó a Nuestra Santísima Madre junto a nuestro padre y señor San José camino de Belén. Es el corto de animación más bonito que he visto nunca y sólo desde hace muy poco está en Youtube, después de haberlo buscado durante años. Enlazo también una imagen de la Virgen de Guadalupe, impresa milagrosamente en la tilma o capa de San Juan Diego, y que por la altura del ceñidor y la curva del vestido representa a la Virgen con el Niño Jesús todavía en su vientre, esperando la Navidad.








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¡Ave María Purísima, sin pecado concebida, rogad por nosotros que recurrimos a Vos!
#128031 por Daroca
19 Dic 2009, 17:01
Bueno, pues voy a subir al hilo esas reflexiones de las que hablaba acerca de mi experiencia con la muerte y los consuelos espirituales que he podido descubrir. No pretendo que nadie las lea porque es un texto larguísimo.

Esto es más bien de cara a un futuro, por si algún día a alguien le hiciera falta y le pudiera servir en alguna circunstancia trágica. Ya sabe, pues, donde entontrar una posible ayuda. Pero entiendo que si cuando escribo de magia con demasiada extensión, pocos lo leen -como yo también haría-. Aquí menos todavía. Un saludo, y ya escribiremos cosas más ligeras.

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#128032 por Daroca
19 Dic 2009, 17:03
No sé muy bien cómo empezar a contar lo que he sentido o vivido. Quizá no debería contarlo porque es algo sujeto al pudor, que pertenece a al intimidad personal por ser materia de sufrimiento o de pensamientos y sentimientos muy íntimos, pero es posible que estas consideraciones y experiencias puedan ayudar a otras personas que el día de mañana pasen por lo mismo, recuerden este mensaje y lo busquen. Así mismo también a mí me viene muy bien plasmar por escrito las ideas y conclusiones que he sacado con esta durísima experiencia, para tenerlas claras y que no se me olviden.

Tengo que dar muchísimas gracias a Dios (y a la Virgen María, madre buena y mediadora de todas las gracias) por el valiosísimo don de la Fe. Sin ella, ahora estaría en un infierno en la Tierra, una tortura atroz que he podido sublimar en forma de Cruz, en forma de sufrimiento ofrecido a Dios, con sentido y valor, pero sobre todo con una inmensa Esperanza. Puedo decir que dentro del dolor de los recuerdos del momento final y de la amargura del vacío dejado, estoy contento y feliz, MUY CONTENTO, MUY ALEGRE Y MUY FELIZ, e inmensamente agradecido a Dios por tantas gracias como nos ha concedido, a mí y a mi familia.

Mi madre, de 73 años, falleció hace seis días de un infarto del que no pudieron reanimarle la ambulancia y el Samur que vinieron a mi casa, enormemente tarde ambos, aunque es posible que no hubieran podido hacer nada de haber venido antes. Mi madre padecía de insuficiencia cardiaca y era hipertensa; tomaba pastillas para todo ello, aunque se resistía un poco a ir al médico a que se las renovara o a hacerse pruebas, porque tenía lo que se llama "terror a la bata blanca", es decir, pánico a los médicos y a los hospitales; sólo pensar en ir al médico se ponía ya enferma, era muy nerviosa. No obstante, este episodio le sucedió al volver del médico, quien le dijo que tenía la tensión alta y que se tomara un tranquilizante porque estaba muy nerviosa.

Mi consuelo se basa en cuatro afirmaciones que me alivian enormemente y que creo que pueden hacer lo mismo con cualquier persona de fe que el día de mañana le ocurra una desgracia así.












1º._FE

En primer lugar, la certeza de que mi madre está viva, sólo que separada de su cuerpo temporalmente. Y no sólo viva, sino -como espero en la virtud de la Esperanza- en el Cielo, con el Señor.

La muerte no es nada -en el sentido de que no es algo extraordinario o antinatural, sino algo muy natural y que le ha sucedido a todo el mundo, y nos sucederá a nosotros no dentro de mucho. Antes de 100 años, todos los que leemos esto ya estaremos separados de nuestro cuerpo. Así le ha ocurrido a los millones y millones de seres humanos que han nacido, y cada día estamos escuchando noticias de que hoy ha caído aquél y ayer el otro y anteayer el vecino. Nada hacía imaginar que le podía pasar algo a mi madre, ni siquiera unos minutos antes del hecho, en que yo hablé con ella normalmente y también con una vecina. La muerte a veces no avisa, y desde luego puede venir a cualquier edad. Esto es así, y se puede no pensar en ello, como el estudiante puede no pensar que el lunes tiene un examen, pero llegará el lunes y lo tendrá. No pretendo asustar a nadie sino resolver el hecho de la muerte a base de naturalizarlo e integrarlo en el de la vida, en vez de resolverlo censurándolo y mirando a otra parte.

No es un hecho para llevarse las manos a la cabeza, es que es lo que toca. Algunos se van antes, otros después, algunos repentinamente, otros en enfermedades largas, algunos con más dolor y otros con menos, algunos por temas de salud, otros por accidentes y otros por violencia... Es tan natural como tener sed y beber un vaso de agua, y tan seguro como que dentro de unos segundos vas a tener que respirar. Te lo pide el cuerpo y la vida. Y también la muerte te la pide la misma vida. El sol sale y se pone. Así es, así fue y así será. No es algo trágico, aunque nos arruine los planes e ilusiones y nos sorprenda con un golpe durísimo; hay que saber convivir con este hecho. No pasa nada, es normal.

Pero la muerte ¿Qué es? Pues eso, desde la fe: nada, o casi nada. Lo que es TODO es lo que viene después, pero en sí, la muerte es una nimiedad, no es nada. Es cambiarse de casa, mudarse a otro sitio. Sigues viviendo pero en otro sitio mucho mejor, si has cumplido con lo que Dios te ha hecho ver que tenías que cumplir. Mi madre, por tanto, está viva, tan viva como yo y como tú que me estás leyendo. El alma no puede morir, porque no tiene materia. El cuerpo sí, el cuerpo se desprende como el capullito en que va envuelta una mariposa, como los dientes de leche de un niño, como nuestro pelo que se extiende bajo el asiento de la peluquería y nos vamos y ahí lo dejamos sin pena de que una parte de nosotros se quede allí; nadie llora por sus cabellos cortados. El cuerpo muerto es como una uña que se corta, sin que virtamos lágrimas por que parte de nosotros haya ido a la basura del cuarto de baño.

¿Y el alma? Es la parte de nosotros que no es el cuerpo, mi yo, lo que soy de verdad. Cuentan que un soldado creyó en el alma cuando, segundos después de estar hablando con su mejor amigo en una trinchera, una bala le dejó a éste sin vida. Su cuerpo yacía inerte. ¿Cómo es posible que segundos antes, esa persona tuviera su personalidad, sus pensamientos, sus emociones, su vida, sus risas, sus sufrimientos, y que un poco después no hubiera más que un montón de huesos y tejidos abandonados en el suelo? La diferencia entre una situación y otra, es el alma. Lo vio muy claro.

Mi hermana estuvo presente en el momento de la muerte de mi madre. Cogía su mano llorando y yo le decía que se estaba confundiendo, que nuestra madre ya no estaba allí, sino que nos estaba mirando desde fuera de su cuerpo. No en un lugar concreto, porque un espíritu está fuera del espacio y el tiempo, pero pretendía que comprendiera, que no se agobiara con el pensamiento de que nuestra madre había desaparecido, extinguido como la llama de una vela. ¡Eso sí que sería insoportable, horrible! Mi madre está tan viva como nosotros, pero se le ha desprendido el cuerpo como a quien se le cae la costra de una herida, y en un futuro lo recuperará. Durante estos días hay un par de expresiones que he detestado y corregido a quien las empleaba: una era la de que "¿En qué sala del tanatorio está tu madre? ¿En dónde van a enterrar a tu madre?" etc. ¿Cómo que mi madre? ¡Ese cuerpo no es mi madre! Fue parte de ella y lo volverá a ser algún día, pero no es ella. Eso significaría que estamos enterrando a una persona, que Dios quiere esa barbaridad. ¿Cómo es posible que tengamos estas expresiones tan crueles en nuestro habla coloquial? ¡Pobrecitos los que que las oyen y no saben detectar su crueldad para rechazarlas! Mi madre está viva y ese cuerpo no tiene nada que ver ahora con mi madre, más que perteneció a ella, y que en un futuro se fusionará de nuevo con el alma, tal y como creemos los católicos y figura en el Credo. “¡Para Dios no hay nada imposible! -dijo el Arcángel San Gabriel a la Virgen-”. Es que un ser humano sin cuerpo no está completo, no somos almas sino hombres o mujeres con alma y con cuerpo; de la misma forma que tú y yo no tenemos el mismo cuerpo que hace siete años, porque ya hemos cambiado todas nuestras células y las moléculas que las constituyen, y sin embargo seguimos siendo los mismos. La otra expresión irritante es : "Ella hubiera querido que... A ella le hubiera gustado que..." ¡Pero bueno! Es indignante y qué pena me da tanto pobrecito familiar que tiene que sufrir estas expresiones usuales. Esa forma de hablar implica que esa persona ya no existe. Habrá que decir: "Ella querrá que... A ella le gustará que..." A ver si cuando nos ocurra algo así, nos espabilamos y desactivamos estas bombas semánticas con que nos agredirá todo el mundo, bienintencionadamente, sí, pero destructivamente.

Mi madre está viva, y está en el Cielo, con Dios, en brazos del Amor, como espero. Estoy prácticamente seguro o por lo menos tengo la virtud de la Esperanza en ello. Mi madre es una persona muy buena, generosa con todos, alegre y positiva. Cada domingo íbamos a misa y comulgábamos. Así mismo rezábamos diariamente la Hora de la Divina Misericordia (una devoción muy potente en la que hay que acordarse a las tres de la tarde de la Pasión del Señor y de su Divina Misericordia por haber muerto por nosotros), y curiosamente, la hora de su muerte fue las tres de la tarde. ¡Qué detalle más bonito del Señor! Le he encargado misas gregorianas y estoy ganando indulgencias plenarias cada día por su alma y lo voy a seguir haciendo si Dios me da fuerzas (no voy a entrar aquí en cómo se hace, porque se puede buscar por Internet). A todo el mundo le pido oraciones, sin la vergüenza que en otro tipo de situaciones tendría, a cualquiera que la conocía, en el foro, y hasta al Rey de España o a Obama que viera, le pediría una oración sin cortarme, porque por mi madre hago todo, faltaría más. Y son oraciones que sé que sirven, si acaso las necesitara para pasar del Purgatorio al Cielo, aunque espero que no le harán falta. También, mientras estaba inconsciente aunque con los ojos abiertos, agotándose su respiración y llena de sangre producto de la caída, mientras le hacía la respiracion artificial, recordé un consejo de un sacerdote: decirle al oído: "Dios mío, perdóname. Dios mío, perdóname. Dios mío, perdóname". Es un acto de contrición como el "Señor mío, Jesucristo". pero en sólo tres palabras. Las personas inconscientes, muchísimas veces oyen y entienden -y lo han contado después-, y si gracias a que les recordemos este acto de contrición, lo recitan internamente o lo aceptan, equivale a una confesión con un sacerdote -ya que cuando no hay sacerdote para confesarse y se está en peligro de muerte, no hace falta sacerdote para que el sacramento sea válido-. Creo que es muy probable que mi madre haya recibido este sacramento de la confesión gracias a mis palabras en su oído. Espero, pues, con mucho fundamento teológico, que su alma no esté en el Purgatorio sino directamente en el Cielo.

Así que en estos momentos, mi madre está gozando del Señor. ¿No es para estar contento y alegre? Porque ¿Qué es el Cielo? Es la posesión de Dios, la fusión con Dios. El Cielo es el conjunto de todos los bienes sin mezcla de mal alguno. Por la sencilla razón de que todo lo bueno que conocemos no es otra cosa que el reflejo de La Bondad (que es Dios), todo lo bello que contemplamos es el pálido reflejo de La Belleza (que es Dios), todo lo maravilloso, lo placentero, lo hermoso, lo noble, lo perfecto,... todo brota de una fuente única: Dios. Cualquier cosa buena que imaginemos, la tendremos en el Cielo. Contaba un sacerdote como anécdota graciosa que, explicando que en el Cielo estaba todo lo bueno, una niña le preguntó si habría allí morcillas de cebolla, porque le gustaban mucho. Pues sí, aunque parezca irrisorio o futil, en el cielo hay morcillas de cebolla, y pizzas y partidos de fútbol y viajes y risas y juegos y cine y salir con amigos... No sabemos en qué forma, si será multidimensionalmente o sucesivamente o por elección o según la personalidad de cada cuál, no lo sabemos, pero todo eso y mucho más inimaginable estará en el Cielo. ¡Soñad y os quedaréis cortos!, decía un santo. Y San Pablo, que tuvo una visión del Cielo dijo: "Ni ojo vio, ni oido oyó, ni por mente humana ha pasado nunca, las maravillas que Dios tiene preparadas para los que le aman". Y es que: ¿Qué no nos dará un Padre tan bueno? ¿Qué daríamos nosotros a nuestros hijos? ¡Pues todo y más, lo que pudiéramos! ¿Qué le daría yo a mi madre si Dios me encargara prepararle el Cielo? Pues fíjate, ni te cuento, todo lo bueno que se me ocurriera y más que le pediría a Dios. Lo máximo que pudiera. Pues Dios quiere a mi madre mucho más que yo, infinitamente más que yo. Al lado de cómo la quiere el Señor, yo desprecio a mi madre. En comparación con su Amor, yo la detesto y abomino. Porque el Amor de Dios es infinito -y más que infinito, ya que el mismo concepto de infinitud también es una creación de Dios-.

Es decir, que el primer pensamiento que me llena y que me hace estar contento y alegre es que mi madre está tan viva como yo, y disfrutando enormemente de Dios. Pero ¡si es que Dios se ha dejado matar en la Cruz por ella! ¿Qué no le dará? ¿Habrá algo que le niegue? ¿Y La Virgen María, esa madre tan buena, ¿qué dejará de darle si nos ama más intensamente y mejor que todas las madres del mundo juntas? Puedo estar tranquilo. La estarán tratando a cuerpo de Reina. No me lo puedo ni imaginar. Menos mal que se encarga Dios de todo esto, porque yo haría una triste y pobrísima chapuza de Cielo, y eso que le daría todo lo bueno que se me ocurre.

Así que estoy alegre y contento, ¡y que suenen las campanas y las guitarras. Que se baile y llueva confeti en todo el universo. ¡Mi madre está con el Señor recreándose de sus maravillas y pasándolo mejor que nunca, como no nos podemos imaginar! ¿Hay algo mejor, más gratificante o más bonito?








2º._ ESPERANZA

El segundo pensamiento que me consuela es que la voy a volver a ver. No sé cuándo. No sé si dentro de treinta años o de cuarenta, o a lo mejor de veinte, o de diez, o de cinco, o menos todavía. Pero la voy a volver a ver si me porto bien (suena infantil... “si me porto bien”; es que somos niños ante nuestro Padre y nuestra obligación es portarnos bien, quererle y ser muy obedientes). Es decir, si hago la Santísima Voluntad de Dios. Por tanto, mi consuelo no es simplemente saber que está muy bien, que está gozando "como una enana",-valga la expresión popular pero con la fuerza precisa para expresar el concepto-, y que tenga que consolarme con ello sin verla. No, es que yo voy a ir allí, si Dios quiere. Es que voy a verla con mis ojos otra vez, y a oirla con mis oídos físicos, como también mi madre se habrá encontrado con mi abuelita, mi abuelito, mi tía Bienve, mi tía María, su abuelo Ramón...

Es una separación temporal y de tiempo breve, porque los años que faltarán hasta que yo atraviese la muerte, pasan volando (suponiendo que sean unos años y no antes, porque hoy, con tantos accidentes, peligros y amenazas de todo tipo,... puede que sea mucho antes). Pero suponiendo que sean unas décadas,... de verdad que pasan volando. No nos enteramos. Cada dos por tres es Nochevieja y estamos con las uvas. Al poco tiempo ya es primavera, verano, se acaba el verano rapidísimo y ya va oliendo de nuevo a Navidad, que llega enseguida. Y otras uvas... Esto va como un fórmula 1. Si cierro los ojos y recuerdo, puedo creerme que todavía tengo 10 años o 15 o 20, ¡porque es que parece que fue ayer! ¿Quién me ha quitado los años que faltan en medio? ¿Los he vivido ya? Pues no me he enterado mucho, la verdad... ¿Vosotros sí?

Es decir, que la separación por la muerte de un ser querido no es como una de esas novelas en que una madre da a su hijo en adopción a un matrimonio muy rico, sabiendo que no lo va a volver a ver, pero sabiendo también que el niño va a vivir una vida maravillosa. No lo volverá a ver pero se sacrificará por él. Ella se fastidiará privándose de él para siempre, pero su consuelo será pensar en lo bien que lo estará pensando su hijo. No, no es esto. En esta historia de la muerte, la madre de la novela vuelve a ver a su hijo en un par de meses y a mudarse definitivamente a la mansión de esos millonarios. Es como si a mi madre le hubiera tocado la lotería, el Euromillón veinte veces seguidas, y se hubiera comprado una casa preciosa en un país lejano. Se va, y es como si yo de momento no pudiera acompañarle porque tuviera unos asuntos pendientes que resolver en España, pero un tiempo después ya sí que puedo, cojo un avión y me voy definitivamente allí. Es decir, es una separación temporal, no definitiva.

Por tanto, sé que está "pasándolo bomba" en brazos del Amor, pero sé también que en unos años la veré otra vez y compartiremos todas esas maravillas en Dios. ¡Qué gran consuelo!








3º._ORACIÓN

El tercer pensamiento que me alivia es que mi madre no solamente está gozando del Señor, no solamente voy a volver a verla y estar ya con ella para siempre en unos años, sino que también puedo comunicarme con ella ya mismo y durante todo este tiempo que falte.

No es una comunicación clara en el sentido que va desde ella hacia mí. Depende de la Voluntad de Dios que permita esa comunicación, pero en líneas generales sí que puedo sentirla. Lo que sí que puedo es contarle cosas, que todas las escuchará y me atenderá, y seguro que voy a sentir su ayuda y protección. Y es posible que el Señor le permita hablarme. No con palabras audibles físicamente -no espero una visión o un prodigio sobrenatural, porque Dios recurre a ellos en muy contadas ocasiones- pero sí muchas veces permite una comunicación interna entre un alma del Cielo y una persona todavía en la Tierra, a nivel de sugerencias, de escuchar su voz en mi interior o de sentirla, de ver claro en mi mente un pensamiento que no ha salido de mí y que ella haya podido ponerlo allí.

Recuerdo el momento del entierro. Yo le decía a mi hermana -y yo también lo hacía- que cogiera físicamente la mano de mi madre, que cerrara su mano en torno a la mano espiritual de nuestra madre. Así teníamos claro de que en ese ataúd que estaban sepultando no iba ella, porque estaba con nosotros de este lado de la escena; la estábamos tocando. No quiero ni pensar lo que deben sentir los familiares que crean que su ser querido está siendo sepultado. No quiero ni pararme a pensarlo, es demasido horrible.

Esta pena por los que no tienen fe ha sido una reflexión recurrente que no he podido evitar estos días. ¿Cómo tiene que ser esto para alguien sin fe? Afortunadamente hay personas más duras, más recias y que soportan más fríamente estas situaciones. Es un gran regalo de Dios, aunque ellas no lo sepan, esa frialdad. Pero sé que hay otras más sensibles. ¿Cómo pueden soportar sin fe estas situaciones? Si el que se muere es un ser querido lejano, no es lo mismo, pero unos padres a los que se les muere un hijo, o viceversa, o un marido su mujer si están muy unidos, o un hermano pequeño al que se le muere el otro cuando todavía sus vidas no han divergido... Estos días -que me perdonen los que no estén de acuerdo, que respeto mucho sus opiniones- me ha parecido un crimen el que no se forme a los niños en la religión, que se les aparte del consuelo de la fe, no pido ya que sea la católica pero que tengan un fundamento espiritual muy sólido. No digo imponerles la religión, pero que la conozcan por lo menos, que sean libres de acudir a ella en estos momentos si les da la gana, y no que no sean capaces de beneficiarse de la fe porque ignoren estas herramientas espirituales. Es que para muchas personas, estas situaciones deben ser una tortura tan grande que no quiero imaginarla porque me pongo malo, como la que hubiera tenido yo sin fe.










4º._ CARIDAD

Y el cuarto pensamiento que me motiva es el valor de la cruz personal, del sufrimiento. En el episodio trágico que he contado antes, mi hermana lloraba y yo le dije: ofrece este sufrimiento por la mamá, porque así le vas a ayudar más que con mil oraciones que le rezaras. Cada vez que siento el dolor del vacío y del recuerdo de esos momentos, experimento dolor. Pues ese dolor lo ofrezco al Señor por mi madre, y por tanto encuentro el sentido profundo de ese sufrimiento. Aunque me duele, me alegro de que me duela porque vale para ella. Es como un dolor de parto, que duele pero que alegra por lo que sirve. Cuando lloro, cuando se me estremece de dolor el cuerpo, cuando parece que me voy a desmayar, sé que ese dolor le sirve a mi madre, si es que necesitara ayuda para acceder al Cielo. Tengo un pequeño crucifijo que coloco en la mesa o en el lugar en donde estoy en cada momento, para recordarme que ese momento lo estoy ofreciendo a Dios, uniéndome a su sacrificio en la Cruz. Beso ese crucifijo en los momentos de mayor dolor y casi lo absorbo con el beso, exprimo el dolor de la Cruz, porque no quiero rechazar ni una sola gota de dolor. Todas esas gotas valen oro y diamantes, y las relamo como un niño que deja limpia una copa de helado. No es goce del dolor, no es masoquismo, es goce del fruto de ese dolor amargo, saber su infinito valor y beneficiarme de él. Y me quedo consolado, como un estudiante que acaba de terminar los deberes; cansado pero paladeando el sobresaliente que le van a poner, el verano limpio de asignaturas pendientes que va a pasar. La satisfacción del deber cumplido, de que todo está saliendo bien y va a salir bien.

Bendito sea el dolor, amado sea el dolor, santificado sea el dolor... ¡Glorificado sea el dolor!









Estos cuatro pensamientos son principalmente los que me consuelan y me hacen estar alegre, contento y con paz, habiendo muerto quien más quería. Le pido al Señor que, al haberlos escrito, alguien pueda beneficiarse leyéndolos si le acontece algo parecido.
















Así mismo, tendría que abrir un capítulo más. El capítulo de agradecimientos a Dios por todo lo bueno que me ha dado. A unos les concede unas gracias y otros otras. Lo bueno que me ha concedido a mí no tiene por qué concedérselo a otra persona, y lo que le concede a esa persona, quizá no me lo haya concedido a mí. Así que estos agradecimientos son personales, pero cada cual tendrá sus propios regalos que agradecer.

En mi caso, en primer lugar, tengo que agradecer al Señor la muerte de mi madre. Este es el punto más difícil de comprender. ¿Por qué agradecer algo que parece malo?

Pues porque no es malo. Nada es malo. Todo lo que nos da el Señor es para bien. Todo lo que nos sucede es la Santísima Voluntad de Dios. Él es sapientísimo, sabe muy bien por qué hace las cosas. Para nosotros, la vida es como un tapiz visto por detrás: vemos hilos sueltos, nudos,... Sólo cuando vayamos al Cielo lo veremos por delante y entenderemos que aquel hilo verde que colgaba era para colorear las hojas de un árbol, que aquellos nudos azules forman un río precioso por delante del tapiz, que la mancha amarilla informe era un sol amaneciendo,... Ahora no comprendemos nada; en todo caso podemos intuir, pero poco sabemos. Ya entenderemos por qué ha sido todo, por qué nos ha pasado cada suceso de nuestras vidas. Todo es por algo, hasta la más mínima cosa que nos ocurre, todo tiene su porqué.

Por eso dice Jesús que no temamos, que todo está controlado, que hasta los cabellos de nuestra cabeza están contados. Si están contados nuestros cabellos ¿cómo no estará controlado todo lo demás que nos sucede? Por eso, el buen cristiano tiene un par de frases que no se le despegan de los labios: "Dios proveerá" y “Hágase tu Voluntad”. Todo va bien, todo lo que pasa es para bien, para que crezcamos espiritualmente. Una enfermedad puede servir para cambiarnos, para hacernos santos. Un sufrimiento puede servir para ofrecerlo y expiar pecados pasados o ayudar a otras personas o a las almas del Purgatorio. No es que Dios envíe desgracias, que vienen solamente como consecuencia teológica del pecado del Hombre, pero ya que están, sí que las aprovecha para sacar bienes de esos males necesarios que no puede evitar (porque aunque Dios es omnipotente nos ha regalado el don de la Libertad y es como si se hubiera "atado las manos" teológicamente para intervenir). Dios es el primero que sufre con nuestros males y el primero que no los desea aunque los administre, pero son fruto de los pecados de la Humanidad a lo largo de los siglos.

Por tanto, todo lo que nos pasa es bueno, hasta lo que creemos malo. Si mi madre ha muerto ahora, así ha sido porque Dios lo ha querido por alguna razón, y seguro que ha sido LO MEJOR QUE ME PODÍA HABER PASADO, tanto a mí como a mi madre. Si este suceso viene de Dios, y la Santísima Virgen no ha querido interceder ante su Hijo para remediarlo, es porque es un gran regalo que hemos recibido. Así que digo como dice Jesús: ¡Hágase tu Voluntad! ¡Hágase mil veces tu Voluntad! Como el niño al que su padre le da una medicina que sabe mal, pero si el niño es noble y con cierta madurez, sabrá que lo que le da su padre es por bien, que no puede ser malo, y se toma eso que sabe tan mal aunque no entienda por qué. O cuando su madre le dice que no estudie y no juegue tanto, o que se deje cierto amigo con el que va, porque no le conviene... el niño obediente, que no lo entiende y tiene una opinión contraria, lo hace, porque sabe que es todavía pequeño y no sabe tanto como sus papás. Así que ¡Gracias, Señor, por la muerte de mi madre! ¡Era lo mejor que nos podía pasar a ella y a mí! ¡Hágase, cúmplase, sea alabada y eternamente ensalzada, la justísima y amabilísima Voluntad de Dios sobre todas las cosas! AMEN. AMEN.



Pero también he de agradecer al Señor muchos otros regalos que me ha hecho con la muerte de mi madre y cuyo valor sí que comprendo.

Por ejemplo, ¡qué gracia tan grande es que haya muerto repentinamente! Eso no lo concede el Señor a todo el mundo. Mi madre tenía horror a los médicos y a los hospitales. No subía en ascensores porque le agobiaban los espacios cerrados y el temor de que se pararan. Hubiera sido una tortura para ella -y para mí al verla- ser hospitalizada largo tiempo o acudir al hospital periódicamente para ser tratada en cualquier enfermedad larga. Y el Señor se la ha llevado rápido. Ella tenía gran devoción al madrileño Cristo de Medinaceli y al Cristo de la Buena Muerte. Hay una oración que termina diciendo: "Dadme una vida serena, una muerte santa y buena, Cristo de la Buena Muerte", que rezaba ella y que yo también rezaba por duplicado: una para mí y otra para mi madre. Pues el Cristo de la Buena Muerte se lo ha concedido. No podré nunca terminar de darle al Señor gracias suficientes por este gran regalo. Sobre todo pensando que una subida de tensión repentina podía haber acarreado perfectamente una parálisis que hubiera sido un verdadero horror para ella y para los familiares. Y la mano buena del Señor nos ha librado de pasar por ahí, sin que lo merezcamos. A nosotros nos ha dado este gran regalo, cada cual tiene gracias y regalos diferentes.


También tengo que agradecer al Señor que le haya concedido tres años más de vida de lo que le correspondían, ya que hace dos años tenía un cuadro de insuficiencia cardiaca con dificultad para respirar (no podía dormir tumbada sino algo erguida) y tenía los piernas hinchadas por la retención de líquido. Los tratamientos médicos no habían podido paliar la enfermedad. Se me ocurrió llamar a un sacerdote para que le administrara el sacramento de la Unción de Enfermos (que antiguamente se llamaba Extremaución, pero se le cambió el nombre porque no es para el último momento, sino para cualquier enfermo más o menos grave). Desde el sacramento (que es de sanación: espiritual y muchas veces física), empezó a mejorar hasta el punto de llevar una vida normal, comiendo de todo, subiendo escaleras (descansando un poquito en cada rellano) y conduciendo su coche cada día. Así durante estos tress años extra que ha tenido de vida. ¡Gracias, Señor!


El principal agradecimiento a Dios es que la tenga con El en el Cielo, que la haya creado, que podía no haberla creado ni haber creado a nadie. Pero El, que es todo Amor, nos ha creado y nos ha regalado a Sí mismo: lo que llamamos Cielo, y encima ha muerto por nosotros para perdonarnos los pecados. ¡Qué bien está ahora mi madre en los brazos del Padre Eterno y de la Virgen!


¡Cómo me ha cuidado el Señor a mi madre! Ha sido una correspondencia a mi amor a la Santísima Virgen María. Dios no se deja ganar nunca en generosidad. Siempre vence Él en ese pulso. Y yo he dedicado toda mi vida, desde hace años, a aliviar los sufrimientos de su Madre, de la Virgen. Todos los días digo: "Señor, te ofrezco toda mi vida y en concreto este día, para aliviar la pasión de nuestra madre, la Santísima Virgen María". Y El, en correspondencia que salda con creces, me ha tratado también muy bien a la mía. Por lo poco que haya hecho yo, el me ha devuelto el mil por uno.


Porque también he de agradecerle el que mi madre me haya tenido a mí todos estos años para asistirla. No me he casado, pero tampoco he querido apartarme de ella, consciente de que no podía estar sola. Era muy alegre pero acusaba bastante la soledad, y más en estos últimos años en que estaba llena de achaques: pesos en el estómago por comidas que le sentaban mal, angustias, nerviosismo que a veces le impedían dormir bien, cansancio físico... Podía haberme ido de casa por mil causas, pero el Señor me había puesto allí casi sin yo quererlo; yo mismo fui el regalo para mi madre que yo esperaba que le diera Dios: alguien que le asistiera, que le hiciera la comida y la cena, que le acompañara para que no se sintiera sola en casa y tuviera alguien con quien hablar, que le diera un leve masaje en la espalda para que se durmiera cada noche, que le animara a creer e ir a misa... Eso me ha "esclavizado" dulcemente, porque no podía salir por las noches, no podía tener la movilidad laboral de cualquier persona, pero eso ha sido parte de mi Cruz. En cambio, gracias a que el Señor me ha utilizado como instrumento, mi madre ha sido atendida como una reina, igual que yo quiero tratar a Su Madre, la Virgen. Muchas veces pensaba: ¡Señor, cuánto debes querer a mi madre, que le has dado a alguien que esté con ella; y cuánto me debes querer a mí que has dado a mi madre alguien que la trate así! Ella dice de mí que soy un ángel, y yo -sin merecerlo porque ha sido más bien por que no podía hacer otra cosa- me he sentido como un ángel, como un enviado del Señor para una misión. Sólo soy un miserable por mis grandes defectos y pobrezas, pero puedo decir que he sido ángel, he trabajado de ángel, como muchas personas que también lo son (pienso ahora en las madres de hijos deficientes; ésas hasta con alas).

Sería tan largo detallar la lista de regalos que tengo que agradecer. El que mi madre, que tanto le gusta airearse y conducir, haya estado buena parte de su vida conduciendo y sin un sólo accidente de tráfico en años y años, que haya disfrutado tanto, que haya estado siempre rodeada de cariño entre todo el que la conocía (porque ha sido una persona que alegraba y animaba a todo el que se encontraba, sobre todo si estaba triste o deprimido. Tiene una facilidad increíble para dar luz. De hecho decoró toda la casa con tonos amarillos, naranjas, blancos, azules claro, muebles alegres, sin obsesión por el orden, con figuritas graciosas y positivas, nada oscuro ni con matices profundos o serios... Cada persona que visitaba mi casa se asombraba y alababa de lo que veía, de la alegría y el bienestar que emanaba de la decoración...

También he de agradecer el que estuviera en relación con mis dos hermanos, que le llamaban con mucha frecuencia, y con sus nietos, a quienes veía cada domingo. Eso es muy importante, sentirse querida.

Las crucecitas que tuvo que soportar, como la falta de dinero, la enfermedad, el mal matrimonio que acabó en separación, la muerte de sus padres, etc. fueron endulzadas con multitud de bienes y consuelos, y sobre todo con su carácter alegre, positivo y con iniciativa. ¡Cuántas gracias tengo que darte, Señor! Y que podías habértela llevado antes y la has hecho durar hasta los 73 años. O podías habertela llevado después, que también tiene una parte negativa que le has querido ahorrar, porque aunque hubiera vivido más años habría tenido que soportar las limitaciones de la senectud, que en un espíritu joven como el suyo hubieran supuesto una dura prueba al verse impedida y con achaques constantes -como ya venía sucediendo-. ¡Gracias, Señor, porque ya le has quitado todo eso y está contigo siendo inmensamente feliz!

También el que me haya dejado en herencia un piso y un bajo comercial, así como otros pisos para mis hermanos, cuando podía haberlos vendido y yo así le insistía para que lo hiciera. También que haya iluminado mi vida con su alegría y su carácter, porque es posible que, igual que yo le asistía, también ella con su luz y ánimos me daba energía a mí, más que yo a ella.

Gracias también por cómo no me he venido abajo con este suceso, sino que he comprendido su sentido sobrenatural y el Espíritu Santo me ha llenado del don de la Fortaleza. También siento el ser otra persona, más bueno, con más sentido y claridad de lo que es la vida, con más valor y con otra perspectiva radicalmente distinta a la de antes. Antes concebía más la vida para disfrutar, aunque con un objetivo de fondo trascendental, pero más bien como un Cielo en la Tierra. Dios era para mí un hobby más, una parcela más de mi vida, en vez de ser la única, la que da sentido a todas las demás, que se supeditan a ella. Ahora está Dios en el centro de mi vida y todo lo demás no tiene brillo sino es en su relación con el Señor.

También he perdido el miedo a la muerte, porque aunque tenía Fe y Esperanza y conocía de qué se trataba, que era en realidad un nacimiento en vez de una muerte, la verdad es que era un camino oscuro, desconocido, y eso da miedo. Sin embargo, ahora que ha pasado mi madre por ahí; ya no me da miedo, ya podría pasar tan pronto Dios quisiera. Es un camino familiar y no sólo ya no me da miedo sino que veo con mucho agrado ese momento. Tengo ganas de vivir y también tengo ganas de que llegue ese viaje a la Luz. Cualquiera de las dos perspectivas me ilusionan: vivir y morir. Así que me atengo a lo que disponga para mí la Voluntad del Señor. Cuando Él quiera, como Él quiera, donde Él quiera. Teniendo a mis dos madres en el otro lado y velando por mí, todo se hará de la manera más favorable.
#128033 por Daroca
19 Dic 2009, 17:04



Este amor que tenía a mi madre me ha servido también para aprender qué es el Amor.

He leído muchas definiciones sobre el Amor:

«Amar es encontrar en la felicidad de otro tu propia felicidad» .(Gottfried Leibniz)

«El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta».
(I Corintios, 13, 4-7)

“El amor es afecto profundo hacia una persona y no está limitado al género humano sino a todos aquellos que puedan desarrollar nexos emocionales, los ejemplos claros son: las mascotas, los caballos, delfines, etc.”

“Amor es un sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser. Nos completa, alegra y da energía para convivir, comunicarnos y crear” (Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua).

“Amor es dejar libre a la otra persona para que sea ella misma”

Sin embargo, la experiencia de cuidar de mi madre y atenderla durante estos años me ha proporcionado un entendimiento de lo que es el amor, cualquier amor, sea el de hijo a madre o el de padre a hijo o el de esposo a esposa, entre hermanos, entre amigos o entre seres humanos cualesquiera. Me refiero, por supuesto, al verdadero amor, no a cualquier emoción o nexo de unión que se le llame coloquialmente con este nombre.

He llegado a la conclusión de que el amor es una conexión con una persona, que hace que esa persona amada sea una célula sensitiva del que ama, una célula sensitiva más sensible que las de su propio cuerpo. Es decir, por ejemplo, cuando tienes frío e introduces la mano en un guante sientes satisfacción porque se te quita el frío. Si por el contrario agarras por error una sartén que está quemando y creías que estaba a temperatura normal, te duele. El mecanismo lo conoce cualquier estudiante de Secundaria. Nuestras células sensitivas son RECEPTORES que realizan la FUNCIÓN SENSITIVA, recogen información a través de lo que llamamos nuestros sentidos. Esa información pasa al Sistema Nervioso Central, que interpreta la sensación recibida, y donde sentimos que algo nos duele o nos proporciona placer; esta es la FUNCIÓN INTEGRADORA. Después, estos mismos órganos pueden elaborar la orden para que se dé una reacción como respuesta a ese estímulo (por ejemplo, retirar la mano si nos hemos quemado), y se realiza por medio de los EFECTORES (en este caso, los músculos del brazo) en la FUNCIÓN MOTORA, transmitida por el Sistema Nervioso Periférico.

Bien, pues con el ser amado, si se le ama de verdad, existe una conexión espiritual (o psicológica en términos reduccionistas) que le convierte en la célula sensitiva más sensible de tu cuerpo. De forma que si es la mano de esa persona la que se introduce en un guante para aliviar su frío, el que le ama experimenta un placer superior al que sentiría si eso sucediera con su propia mano y superior al que esa misma persona está sintiendo; y si es la mano de la persona amada la que se quema por accidente, el dolor o más bien el sufrimiento que siente el que la ama es superior al que sentiría si fuera su propia mano la que se quemase, y superior también al que realmente está sintiendo la persona amada.
Cuando cuidaba a mi madre -y todavía sigo cuidándola rezando por ella y ganando indulgencias para aplicarlas por su alma, por si le hiciera falta-, sentía eso precisamente. Le preguntaba si se lo había pasado bien, por ejemplo, y si me decía que sí, mi satisfacción era como tres veces mayor que al pasarlo yo igual de bien. Si disfrutaba comiendo un determinado plato, me sabía mejor a mí, sin probarlo, que a ella misma, y desde luego mejor que si lo probara yo. Y en cambio, si yo tenía dolor de estómago no me dolía tanto como en los casos en que ella lo tenía sin yo padecerlo; esa situación sí que me dolía mucho más, porque estaba localizada en la persona amada, que es la célula sensitiva más sensible del que ama. Si por cualquier causa mi madre sufría, yo sufría (calculo) alrededor de tres veces la intensidad de su sufrimiento, y lo mismo con las alegrías.

Eso es el amor, una conexión tal que la persona amada sea la célula sensitiva o receptor más sensible de tu cuerpo. Si te clavan una aguja en tu cuerpo te duele x, pero si la aguja se clava en el cuerpo de la persona que amas, te duele o mejor dicho sufres 3x (por establecer un factor); y lo mismo con el bienestar, el placer o las alegrías de la vida: x frente a 3x. 1:3

Esto es el Amor, a mi juicio, y se da en multitud de relaciones humanas. Podemos hablar de madre e hijo o de padre e hijo, o de esposo y esposa, o de amigos, o incluso entre dos personas desconocidas. Y como ya hemos dicho, se llama amor a muchas conexiones en menor grado que ésta, que quizá no debieran llamarse “amor” para no confundir.

Si amas y contraes una enfermedad o sufres una tribulación, tienes un gran consuelo: el saber que la persona amada no la sufre sino que la sufres tú, porque el golpe o lo causa que sea, te lo has dado en una parte menos sensible de ti que otras (tu propio cuerpo), que no ha sido la parte más sensible de ti (la persona amada). Pero también puede convertirse tu enfermedad o tribulación en un gran sufrimiento: al saber que la persona que amas está sufriendo porque también te ama a ti y sufre con tu sufrimiento. Cuando una persona sabe que va a morir de un momento a otro, porque le ha dicho un asesino que le va a matar o porque su avión se va a estrellar o porque ve que no tiene salida en un incendio... en lo que piensa no es en su muerte próxima ni en el dolor que conllevará sino en la mala noticia que van a recibir los que ama y el aman. Eso es el Amor. En mi caso concreto, un gran consuelo es que sea mi madre la que haya fallecido y no yo, porque si hubiera sido al revés hubiera sido ella que que habría pasado este trago tan amargo de la pérdida; por tanto el que lo haya tenido que pasar yo y no ella, es un gran consuelo para mí.

Hace mucho tiempo que me di cuenta de esto, y de ahí nació una vocación personal. Si miramos a Jesús sufriendo en la Cruz, ¿cuál es su mayor dolor? ¿Los clavos, los latigazos? ¿El desamparo que tuvo que atravesar? ¿La ingratitud de los hombres? ¿La percepción de que en muchos casos su sacrificio no iba a servir de nada porque muchos hombres no acudirían al sacramento de la Confesión a recibir el perdón que propiciaba? No, yo creo que por encima de todo eso, el mayor sufrimiento era ver que su Madre, la Santísima Virgen María, estaba sufriendo. Esa es la célula sensitiva de Jesús, su Madre, y también nosotros somos sus células sensitivas. La visión de su Santa Madre al pie de la Cruz – así como el conocimiento de que muchos de nosotros nos condenaremos-, probablemente sean su mayor tortura. Por eso me propuse ofrecer todas mis obras diarias, los sufrimientos y las alegrías por una intención muy concreta: aliviar la pasión de la Virgen, como medio para aliviar la Pasión de Jesús. Es decir, actuar poniendo un paño caliente donde más le duele al Señor, según estas investigaciones sobre la naturaleza amor. Por tanto, con arreglo a lo que acabamos de decir, otro medio inteligentísimo de aliviar al Señor es llevándole almas, ayudando a otros seres humanos a que crean en El, recen, se confiesen. comulguen y cambien a una vida de Amor a Dios y al prójimo, de oración, y con Esperanza de llegar, cuando Dios lo quiera, a sus brazos de Padre Bueno. Eso es lo mejor que se puede hacer si amamos a Dios, conocer dónde más le duele y aliviarle ahí.

¿Y cómo amar al prójimo? El amor puede realizarse “emocionalmente a ciegas”, es decir, que si uno ayuda a un pobre o socorre a alguien que sufre, aunque no sienta nada, eso vale mucho. Pero todavía, en mi opinión, no se llegaría al Amor. El Amor es crear un vínculo, una conexión con el que sufre, a fin de que la obra de Caridad nazca del corazón, no de una programación personal de lo que se debe hacer. Y el que nazca del corazón no significa que tenga que haber siempre sentimiento, pero sí siempre “instinto”, reacción, conexión, dolor ante el dolor y alegría ante la alegría. Esto se consigue con conocimiento, intentando conocer al que sufre; cuantos más detalles conozcas más podrás conectarte y amarle. Y si no se le conoce se puede imaginar detalles abstractos: por ejemplo, saber que tiene madre, que fue acunado en los brazos de su madre con esperanza e inquietud ante su futuro, imaginar los padecimientos que habrá tenido que soportar esta persona en su vida, sus pequeñas aficiones, detalles, experiencias personales que lo configuran como único,... Imaginar el dolor de sus posibles hijos ante el sufrimiento de su padre, imaginarle con dos años de edad, un tierno niño que ha crecido y que por su edad avanzada nos parece ahora menos gracioso y encantador... Con imaginación y el debido entrenamiento, podemos establecer con él una conexión de Amor, de forma que su dolor nos duela y su bienestar nos alivie, más incluso que a él mismo. Además, sabemos que en el que sufre está también el Señor ("Lo que hicisteis con alguno de ellos, conmigo lo hicisteis"), y por tanto también cualquier alma que está en el Cielo: un bien realizado a un necesitado o a un atribulado, es un bien directo a la piel y el corazón de Jesucristo, y por tanto también de cualquier ser querido que tengamos en el Cielo.

¿Y el Amor a Dios? ¿Cómo se ama a Dios? Se ha escrito tanto sobre esto... Creo que el Amor más elevado a Dios no consiste en cumplir ciegamente el primer mandamiento, ni siquiera como correspondencia justa al Amor que El nos tiene, ni por emoción espontáneo al verle una imagen suya en la Cruz,... Debe, en mi opinión, establecerse una conexión con El, hacer de Dios una célula sensitiva de nuestro cuerpo, la más sensible. Y eso también se consigue con conocimiento, metiéndonos en la “psicología personal” de Dios, y amándolo como “madres y padres suyos”, como lo fue la Virgen. Pensaremos: “Ahí tenemos a un Ser Perfecto que es todo Amor, que crea un mundo con almas a su imagen y semejanza para darles todo lo que tiene, y empieza dándoles un increíble don que sólo corresponde a Dios: la Libertad, a riesgo de ser rechazado en base a esa misma libertad que ha concedido. Y el riesgo se cumple, sucede, Le rechazan. Y a Él no le duele ser rechazado o ser blasfemado (Dios sabe quién es y no necesita aprobación, “no tiene problemas de autoestima”), sino le duele que sus hijos se aparten de lo que sería su felicidad y escojan el camino del sufrimiento atroz y de la bajeza. Entonces decide desdoblarse (enviar a la Segunda Persona de las tres que son) y hacerse hombre, uno más de nosotros, y morir en representación de todos como sacrificio para ganar el perdón, y encima darnos a su Madre como madre nuestra, madre de sus propios traidores que tanto ama. No voy a entrar en por qué ha tenido que ser así y por qué no se podría haber realizado todo de otra manera -eso es materia de Teología-; lo que me interesa es la utilidad espiritual de lo que estoy diciendo, que consiste en “entender a Dios” y sentir compasión de este “pobre Dios” víctima de su propio Amor, llorar por Él al igual que la Virgen María llora por su Hijo. Estas recreaciones nos pueden conducir a la conexión que decíamos, a que Dios sea nuestra célula sensitiva más sensible y amarle porque de verdad nos nace del corazón, a veces con sentimiento y otras cansados y espiritualmente secos, pero siempre con Amor real, no porque sea lo que tenemos que hacer o para salvarnos.

¡Si supiéramos cómo nos ama Dios!... Dios está en todo momento pendiente de nosotros, de cada uno. Hay quien se resiste a creerlo y piensa eso tan típico de que Dios está muy ocupado como para fijarse en lo que yo hago o dejo de hacer. Pero Dios es todopoderoso, infinitamente poderoso, luego puede estar pendiente de cada persona simultáneamente y hasta pendiente de cada objeto durante todo el tiempo, como si tuviera infinitos “canales” en donde Él está presente y consciente completamente, sin perjuicio de sus demás actividades. Nada existe un sólo segundo sin que Dios lo esté amando y pensando en ello en ese mismo segundo. Hasta un pequeño papel perdido detrás de un armario de nuestra casa, está siendo en estos momentos pensado por Dios y amado por Dios; amado porque forma parte de la Creación que nos da, al igual que una madre se embelesa con un juguetito de su hijo, o un novio mira y remira una flor que le lleva a su amada. Pues si todo objeto inanimado necesita de la atención de Dios y de su Amor para existir, ¡cuánto más estará pendiente de nosotros el Señor! Yo recuerdo que a veces le hacía a mi madre un masaje en la espalda con una especie de pompom suave, para que se durmiera porque padecía de nervios. El saber que aquello le aliviaba y le servía, era un gozo para mí -un gozo tres veces superior al que pudiera sentir ella, según la definición de Amor que hemos dado-. Pues eso es lo que hace Dios: nos mira y nos atiende embelesado cada segundo de nuestra vida, hasta cuando nosotros no pensamos en nosotros mismos, pero Él sí. Y a Él es a quien más le duele las cruces por las que tenemos que pasar. Si nos corresponde un accidente o un fracaso o una enfermedad dolorosa, El la sufre en mayor intensidad que nosotros. No puede quitárnosla pese a ser omnipotente, porque las consecuencias del pecado son necesarias para que pueda existir el don de la Libertad. Tiene que permitir nuestra Cruz, pero es Él quien la sufre más que nosotros. Por tanto, un gran secreto es que el sufrimiento de Jesús no se limita a la Cruz histórica que padeció en el Calvario y con la que se conecta en la Eucaristía, sino que vive todos y cada uno de los sufrimientos de todos los hombres y mujeres de toda la historia. Está ahí, pero no acompañándonos simplemente, sino sufriendo con nosotros lo mismo que sufrimos, pero con mayor intensidad debido a ese factor multiplicador del Amor.

En cuanto el Espíritu Santo nos revela estas verdades, el Amor a Dios nos viene dado, si no lo rechazamos. Nos convertimos en “Virgenes Marías”, en “madres de Dios” acunando en nuestros brazos al Amor, en “esposas del Espíritu Santo”, porque Él nos ha llenado con la semilla de su Amor, y en “hijas de Dios Padre”, porque seguimos la vocación a la que Nuestro Padre nos llama. Madres, hijas y esposas de la Santísima Trinidad, y da igual que seamos hombres o mujeres, porque la Iglesia tiene carácter femenino (se deja seducir, se deja penetrar en su corazón con una flecha de Amor) por Dios, que tiene carácter masculino (seduce, penetra el corazón de la Iglesia y la fecunda con un dardo de Amor). El “Cristo Total” que llamaba San Agustín, el banquete eterno de bodas, la noche de bodas y la vida matrimonial de estos Esposos, es lo que llamamos Cielo. Y nunca termina.

















Si preguntáis a vuestros padres y abuelos, si preguntáis a los lugareños de cualquier pueblo -en donde la transmisión oral de los pequeños sucesos todavía sigue funcionando a nivel de toda la población, no como en las ciudades-, todos os confirmarán lo que voy a contaros: el hecho de “las señales”.

Las señales son algo en lo que no hay por qué creer, ya que la Iglesia se desentiende de ello por ser fenómenos físicos que no se pueden estudiar científicamente (como también se desentiende de los muchísimos posibles milagros que suceden cada día, sino sólo aquellos que cuentan con varios y serios testimonios médicos sobre su absoluta imposibilidad -por ejemplo, de más de 7000 curaciones imposibles documentadas por médicos en Lourdes, sólo se han admitido 67 como milagros-). Sin embargo, permite que los cristianos de a pie creamos o nos sirvan determinados sucesos para confortarnos, no lo ve mal, pero sin aprobarlos.

Bien, pues sin ánimo de defender lo que voy a decir como verdades infalibles o atribuidas a la acción de Dios, voy a contaros algunos sucesos en relación con el fallecimiento de mi madre. Como decía, es fácil encontrar relatos de este tipo. Se dividen básicamente en dos el tipo de cosas que se suelen contar: señales post-mortem, es decir fenómenos extraños que consuelan a los familiares porque parecen significar que la persona fallecida sigue viviendo; y luego están las señales pre-mortem, que son sucesos extraños que predicen que una persona de la casa va a morir en pocos días. El objetivo de éstas últimas parece ser que no es para prevenir la muerte de la persona, sino para que cuando los familiares recuerden la señal y la identifiquen como predictiva, entiendan que hay algo más de lo que nuestros ojos ven, que está todo controlado, que si la información de esa muerte era conocida por algo o alguien antes de que se produjera, quiere decir que todo obedece a un plan que se está cumpliendo y no a un suceso fortuito e inesperado, sin nada más allá de lo que vemos. Es un detalle del Señor para facilitar un poquito nuestra fe, tal y como yo lo interpreto. No es que demuestre nada, pero facilita un poco el tener fe.

En mi familia, se ha contado mucho que dos días antes de fallecer mi bisabuelo, estando la familia en una sala de estar, había encima de un armario unas pesadas piezas metálicas de la moto de mi abuelo. Para sorpresa de todos, las vieron elevarse, levitar. Si acaso fue una ilusión óptica, la vieron todos, no una persona sola; y si acaso fue ilusión óptica también lo fue auditiva, ya que después de esta levitación, los hierros cayeron de nuevo sobre el armario originando un gran ruido.

Bien, pues en el caso del fallecimiento de mi madre, también hemos tenido una señal ante-mortem y un par post-mortem. Dos días antes de morir mi madre, mi hermana se encontraba en Villajoyosa, un pueblo de Alicante en donde vive, y recibió una llamada a su móvil. En la pantalla aparecía el nombre de mi madre, es decir, que la llamada estaba siendo hecha desde su teléfono. Contestó la llamada pero nadie habló. _”Mamá, mamá...” Nadie contestó. Inmediatamente, y temiendo algo malo, colgó y llamó a ese mismo número. Mi madre y yo nos encontrábamos en la misma casa durmiendo la siesta (no había nadie más en el piso). El móvil de mi madre, que estaba sobre una mesa del salón, sonó. Se levantó mi madre a contestar y era mi hermana que preguntaba qué quería. _”Yo no te he llamado. Estábamos durmiendo” _”Sí que me has llamado, tengo tu llamada registrada”. -”¡Ay, qué miedo, a ver si es una señal!” -dijo mi madre-. Olvidamos el tema. A los dos días de este hecho ocurrió el fallecimiento de mi madre. Yo soy testigo de esto, no me lo ha contado nadie del que pueda sospechar de que no lo contara con precisión. En el día trágico, con mi hermana herida por el dolor, yo le recordaba la señal como detalle del Señor para avisarnos de que todo está controlado, que hay algo más de lo que aparece a nuestros ojos. No demuestra nada, pero yo lo interpreto como un detalle de Dios para tranquilizarnos a posteriori.

Voy a contar otro suceso, aunque este tiene una explicación bien clara y natural, sin embargo es una casualidad interesante. Resulta que, habiéndose ya llevando el cuerpo de mi madre, yo me encontraba buscando los papeles del panteón familiar que tenemos. En ese momento, suena el móvil de mi madre. Voy a mirar quién es, qué nombre sale en la pantalla. Y fijaos cuál no sería mi sorpresa cuando veo que quien llama... era yo mismo.

La explicación es sencilla. Yo tenía mi móvil en el bolsillo trasero de los vaqueros, sin bloqueo, y al sentarme se ve que apreté algún botón de llamada al último número que me había llamado, que era el de mi madre, y se recibió la llamada en su móvil. No es nada, pues, inexplicable. Sin embargo, es la primera vez que me ha ocurrido esto con el móvil de mi madre (tengo que decir que lo mismo me ocurrió hace mucho tiempo con otro móvil, porque hay que aportar todos los datos, hasta los que vayan en contra de la tesis que se mantiene). Está entonces todo explicado, pero... es una casualidad que yo interpreto como otro detalle del Señor, como una señal. Igual que hay señales del estilo de que, por ejemplo, se cae un gran espejo que nunca se había caído y se rompe -lo cual tiene su explicación física: en el momento en que el clavo se vence, el espejo se cae-. Sin embargo, pudiera ser una señal, pero no se puede demostrar que sea algo que se aparte de lo natural. Puede que haya señales con procedimientos naturales y otras con sobrenaturales.

La tercera fue de la siguiente forma. Ayer fue la misa por mi madre, una semana después de su nacimiento al Cielo. Nos encaminábamos a la iglesia mi hermana y yo, y le contaba (lo referiré brevemente porque la temática también entra en este capítulo, aunque no tiene relación conmigo) que iba a asistir a la misa una amiga de mi madre, que se le conocía como “la chica del milagro”, porque nació con una pierna más corta que otra y caminaba cojeando, pero fue a Lourdes y, al bañarse en la piscina, notó como si le estiraran de la pierna corta. Al salir comprobó que podía caminar perfectamente y que tenía las piernas de la misma longitud. Cuando regresó, su familia no podía dar crédito y se pusieron muy contentos. Los que la habían conocido coja le llamaron 2la chica del milagro”. Ella no tenía radiografías ni otro tipo de documentos médicos para demostrar el prodigio (hablamos de los años 50, donde no había tanta atención sanitaria como hoy), así que ni siquiera intentó hacer valer el milagro, con lo cual, no fue estudiado ni figura como milagro de Lourdes, ni siquiera hay realizado ningún estudio o investigación. Lo sabemos muy poca gente, porque la mayoría de los que lo supieron en aquella época, supongo que ya habrán fallecido. Y también le contaba yo a mi hermana que esta señora me dijo que en otra ocasión escuchó la voz de la Virgen en tres ocasiones diferentes, también en Lourdes, pero esto ya no puede demostrarse y puede ser una ilusión, aunque yo le creo. No voy a detenerme ahora en lo que escuchó ni a contarlo con más detalle, porque no es el tema que estamos tratando.

Bien, pues cuando yo le contaba todo esto a mi hermana, ella me dijo: _Pues mira, te voy a contar lo que me ha pasado a mí ayer. Resulta que le pidió a su marido que a ver si guardaba en el ordenador alguna foto de mi madre para imprimirla, y también que le bajara un par de temas de una carrera que está estudiando. Al ir a ver los temas, le salió la fotografía de mi madre en la pantalla, y le produjo tal impresión -porque era la primera vez que volvía a ver su imagen desde que falleció hacía una semana- que se puso a llorar, pero de una manera desesperada, desconsolada. Le costaba respirar y le dolía el corazón por el llanto. De repente, cuenta que escuchó en su oído derecho los latidos de un corazón, de forma muy potente y profunda. Fueron seis latidos fuertes, pero no simplemente el “pom-pom” sino con los ruidos internos del flujo sanguíneo, como se escucharía a través de un buen estetoscopio o con algún sensor de los que utilizan en los documentales que tratan del cuerpo humano. Los seis latidos tuvieron la misma intensidad. Tras haberlos escuchado, mi hermana quedó en paz, se le pasó la congoja y fue corriendo a contarle a su marido lo que le había pasado.

Este es el tercer suceso extraño. Yo lo interpreté como que mi madre había querido darle esta señal para calmar a mi hermana y para facilitarle su fe en que está viva, porque los latidos del corazón son el símbolo por excelencia de la vida, no es como unos pasos o una voz o una palmada. Para mí significan VIDA, _“Estoy viva”. Tanto más cuanto que mi madre murió de un infarto y fue atendida por los componentes del SAMUR en parada cardio-respiratoria. Este ruido de corazón latiendo fuerte y sano tiene también la connotación de ser justo lo contrario a la causa de su muerte, es como la réplica o el contrapunto. Como si el mensaje fuera: “¿Parada cardiaca? Fíjate lo parado que está mi corazón. Rebosante de vida y de salud”. Yo lo interpreto así y, aunque no lo he vivido ni he sido testigo del hecho, me fío de mi hermana y me sirve para apoyar mi fe, como una ayudita ante los titubeos de fe que es normal tener a veces. Este tipo de señales no las concede mucho el Señor, porque cuanto más seguros estemos, cuantas más pruebas tengamos de que Él existe y de que hay algo más que la mera materia, menos mérito tendrá nuestra fe, que consiste en fiarse y dejarse caer sin mirar y sin comprender en sus brazos paternales. Pero algunas veces se ve que sí que las permite; o a algunos sí y a otros no,... El sabrá por qué, cuándo, cómo y a quién. Yo le doy las gracias, porque a mí me ha ayudado mucho en mi pobreza de fe y estoy todo el rato pensando en ese latido de mi madre viva -según interpreto-.

Eso es lo principal que ha pasado. También, para no dejarme nada en el tintero, debo citar que la vecina de enfrente, buena amiga de mi madre, sintió ese día, antes de que ocurriera todo -y también el día anterior- un temblor en el ojo que le da cuando va a pasar algo malo, según dice. Tanto es así que preguntó por teléfono a sus familiares de Costa Rica (esta señora es de allí) qué había ocurrido de malo, y le dijeron que nada, que no pasaba nada. Después del fallecimiento de mi madre, se le pasó el temblor, sin que todavía hubiera conocido la noticia de lo que había ocurrido en mi casa. Este fenómeno, por sí sólo no tiene por qué circunscribirse a una causa trascendente o a un aviso o señal del Señor, ya que puede calificarse más bien de una precognición extrasensorial, aunque no están admitidas por la ciencia actual. Así que en principio no incluyo este hecho entre las señales que antes he comentado, pero lo refiero para que conste la totalidad de cosas raras que sucedieron y dar toda la información posible (sin embargo, como predicción de un suceso puede tener su significado de señal, de que existe algo más de lo que parece que hay). Contaré otro detallito más, pero este no es relevante por que no se sale de lo normal, y es que me llamó una amiga de mi madre preguntándome si no se podría cambiar de día la misa, porque estaba lloviendo bastante y a lo mejor acudiría poca gente, a lo que le dije que no se podía porque el calendario de la parroquia estaba lleno y ya estaba todo el mundo avisado. Me acordé de que Santa Bárbara es la patrona del tiempo meteorológico, y en un principio descarté encomendarme a ella porque nunca le pido nada y tampoco se trataba de un asunto de importancia. Dudaba mucho de que me fuera a conceder la gracia, pero luego pensé que quién era yo para dudar de Santa Bárbara, que si acaso ella no querría al Señor con todas sus fuerzas y a los seres humanos, a mi madre y a mí. Así que se lo pedí, y en una hora dejó de llover y ya se pudo ir a misa con mayor facilidad (eso sí, también hay que decir que con bastante frío). No es nada extraño el que deje de llover después de haber llovido un buen rato, así que no se trata de un hecho curioso, pero yo creo que fue una gracia debida a su intercesión. En cualquier caso es solamente una sensación personal y no tiene la categoría de excepcional.
#128059 por Daroca
20 Dic 2009, 14:35
:grindance: :grindance: :grindance: :grindance: :grindance: Pues nada, ¡alegres en la Esperanza, desde cualquier situación en que nos encontremos! ¡Que viene el dulcísimo Niño Jesús a vernos!... y a pagar con sangre lo que deberíamos pagar nosotros. Recibámosle con todos los honores, con alegría y cariño.

A bailar y a cantar con este villancico del Burrito sabanero. ¡Viva la Navidad del Señor!




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(¿Por qué tanto burrito y tanto burrito: cortometrajes, villancicos...? ¿Qué importancia tiene el burrito, si los importantes son La Virgen y el Niño Jesús en su vientre, y San José? Pues porque el burrito nos representa a nosotros, cortos de talento, humildes porque somos poca cosa, pero que Dios nos elige para tener el honor de servirle. Podía haber escogido a un caballo pura sangre o a un camello ricamente ataviado, pero se monta en nosotros cuando comulgamos en estas fechas y pide que le llevemos a Belén en nuestro débil cuerpo, un trono miserable para un Rey. También nos elegirá cuando de mayor entre en Jerusalén. Rebuznemos sin gracia, porque no la tenemos, pero alabando a nuestro Dueño, que nos profesa Amor de predilección).
#128110 por Daroca
21 Dic 2009, 16:59
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¡Arre borriquito, que llegamos tarde a Belén! ¡Que sólo faltan 3 díaaaaaaaaaaaaassssssssssssssss para que nazca el Amor!



¿Cómo cantaría este villancico el ogro al burrito de Shrek? Me encanta la voz de barítono, grave y templada, del ogro.
#128123 por Pinky
21 Dic 2009, 21:10
Gracias, una vez más, Daroca, por regalarnos cosas buenas. Esta vez no sólo provienen de tu mente o de tu imaginación, sino de tu corazón y de tu fe.

He pasado tu texto a fichero word, lo he impreso y lo he leído completo. Me ha hecho recordar a mi madre, fallecida hace ayer dos años; al regalo que fue su vida, y el privilegio que fue ayudar un poco a mi padre a cuidarla.

Por lo demás, tú y yo vivimos nuestra fe de forma diferente. Para mí Dios es un misterio de una dimensión inabordable para nosotros, me cuesta "encorsetarlo" en normas y advocaciones tan concretas como las que expones. Pero creo, como tú, que Dios es el Bien y que sus reflejos son la Belleza, la Alegría y, sobre todo, la Bondad. Reflejos, por lo que cuentas, bien presentes en tu madre. Y en ti.

Sigue siendo Bueno, Daroca. Sigue siendo Alegre. Haces viva a tu madre, y haces grande a Dios.
#128170 por Daroca
22 Dic 2009, 17:09
:D Muchísimas gracias, Pinky, amigo. ¡Qué bonito es lo que dices!, es cierto que es un privilegio cuidar a nuestros padres. Me alegro mucho de que creas en Dios, fuente de Amor inagotable y de aguas azules, cristalinas, frescas y puras que nos inundan de paz y esperanza, con sólo aceptar beber un poquito. Un abrazo en el Señor, amago y Amigo.




Hacia Belén va una burra rinrin... ¡A Belén, pastores, a Belén chiquitos, que ha nacido el Rey de los angelitos!


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#128205 por Daroca
23 Dic 2009, 16:37
Sin palabras




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_¿Cuánto falta, José? _Ya está ahí Belén, Amor mío. A ver si encontráramos posada, aunque con lo del censo lo veo difícil... _No te preocupes, cariño, Dios proveerá. _Tienes razón, María, Él dirá lo que tenga que ser. _Te quiero, José. _Te quiero muchísimo, María.
#128313 por Daroca
26 Dic 2009, 13:10

Sucedió que por aquellos días salió un edicto de César Augusto ordenando que se empadronase todo el mundo.
Este primer empadronamiento tuvo lugar siendo gobernador de Siria Cirino.
Iban todos a empadronarse, cada uno a su ciudad.
Subió también José desde Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por ser él de la casa y familia de David,
para empadronarse con María, su esposa, que estaba encinta.
Y sucedió que, mientras ellos estaban allí, se le cumplieron los días del alumbramiento,
y dio a luz a su hijo primogénito, le envolvió en pañales y le acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en el alojamiento.



NOCHE DE PAZ, Laura Pausini:
#128329 por mazca
26 Dic 2009, 21:47
EL CÁNTICO DE LAS CRIATURAS
Altísimo y omnipotente buen Señor,
tuyas son las alabanzas, la gloria y el honor y toda bendición.
A ti solo, Altísimo, te convienen y ningún hombre es digno de nombrarte.
Alabado seas, mi Señor, en todas tus criaturas,
especialmente en el Señor hermano sol,
por quien nos das el día y nos iluminas.
Y es bello y radiante con gran esplendor,
de ti, Altísimo, lleva significación.
Alabado seas, mi Señor,
por la hermana luna y las estrellas,
en el cielo las formaste claras y preciosas y bellas.
Alabado seas, mi Señor, por el hermano viento
y por el aire y la nube y el cielo sereno y todo tiempo,
por todos ellos a tus criaturas das sustento.
Alabado seas, mi Señor, por el hermano fuego,
por el cual iluminas la noche,
y es bello y alegre y vigoroso y fuerte.
Alabado seas, mi Señor,
por la hermana nuestra madre tierra,
la cual nos sostiene y gobierna
y produce diversos frutos con coloridas flores y hierbas.
Alabado seas, mi Señor,
por aquellos que perdonan por tu amor,
y sufren enfermedad y tribulación;
bienaventurados los que las sufran en paz,
porque de ti, Altísimo, coronados serán.
Alabado seas, mi Señor,
por nuestra hermana muerte corporal,
de la cual ningún hombre viviente puede escapar.
Ay de aquellos que mueran
en pecado mortal.
Bienaventurados a los que encontrará
en tu santísima voluntad
porque la muerte segunda no les hará mal.
Alaben y bendigan a mi Señor
y denle gracias y sírvanle con gran humildad.

Atribuida a San Francisco de Asís (Patrón de los ecologistas, hablaba con los animales)

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