Enséñanos en qué estás trabajando
#162087 por Daroca
18 Nov 2012, 20:44


De cuando estuvo en España en el año 2000.










ENTREVISTA EN "EL SEMANAL". AÑO 1998

Ha hecho lo indecible por dar la nota: volar como un pájaro sobre el Gran Cañón, atravesar las piedras de la Muralla China, esconder la Estatua de la Libertad... Pero en este país de cotillas la gente le conoce principalmente como «el novio de Claudia Schiffer». Sin embargo, él no se rinde. En noviembre viajará a nuestro país para vengar su honor de mago; el mejor del mundo, dicen.

Según sus colaboradores, trabajar con él es vivir en un suspiro, porque su afán de perfección y el ansia de satisfacer al público le conducen a modificar el espectáculo continuamente, a veces sobre la marcha, en el transcurso del propio montaje. «Nos vuelve locos, pero no es por fastidiar, sino por una enorme intuición y una especial percepción de lo que le gusta a la gente. David puede oler los deseos de los espectadores», asegura uno de sus asistentes más directos.

Ese David es David Copperfield, un hombre de 42 años, alto, delgado, moreno, con ojos de taladro y cejas espesas y negras como las alas de un cuervo. Huelga decir que el apellido es falso, o por ponerlo más suave, artístico. El de verdad es Kotkin y lógicamente lo heredó de su padre, un ruso judío emigrado a Nueva Jersey. Tratándose de Copperfield lo normal es llevarse alguna que otra sorpresa. La primera, y más agradable, es que la realidad desmiente la imagen algo estirada y hortera que tenemos de él en España. Sobre el escenario del «Circus Maximus», en el hotel Caesars Palace de Las Vegas, el mago se muestra irónico, bromista e ingenioso, con un sentido del humor muy cercano al de uno de esos cómicos judíos de cabaret neoyorquino. Pero la ironía se esfuma cuando David se mete de lleno en uno de sus trucos.

Copperfield actuará por primera vez en España este año. Del 4 al 8 de noviembre estará en el Palacio de Deportes de la Comunidad de Madrid, y del 11 al 15, en el Palau Sant Jordi de Barcelona.

El montaje que trae a España se denomina "You", como el de Las Vegas. ¿Va a ser exactamente el mismo?
No. Hay un par de cosas que van a cambiar; nuevos números en los que estoy trabajando ahora mismo y que estarán listos a tiempo para presentarlos en España.

¿Puede avanzar algo sobre el contenido de esos trucos?
Serán piezas muy románticas y bastante sexys, por un lado. Y por otro, tendrán un carácter interactivo, diseñado para implicar al espectador.

En Las Vegas actúa para mil personas y en España lo hará para ocho o nueve mil espectadores. ¿Cambia eso el concepto global del espectáculo?
El show está concebido realmente para una audiencia muy grande. Lo que ocurre es que a veces, cuando lo hago en locales más pequeños, se convierte en un espectáculo más íntimo. Lógicamente, el contar con un espacio mayor me permite volar más lejos, y más alto.

Me ha sorprendido mucho su agudo sentido del humor sobre el escenario. En España tenemos una imagen de usted muy distinta; la de alguien más serio, más dramático.
La verdad es que soy un poco los dos al mismo tiempo. Y cuando actúo me encanta combinar ambas facetas. Me gusta ser serio para dar un mayor dramatismo a lo que hago. Pero por encima de todo, me fascina reírme y pasarlo bien.

¿Se ríe de su propio personaje?
Por supuesto, totalmente. Es decir, mi trabajo me lo tomo muy en serio. Pero a mí mismo no me tomo en absoluto en serio. La vida es tan corta...

La capacidad de reírse de uno mismo la dan los años, ¿no cree?
Sin duda, pero yo he tenido la oportunidad de adquirirla antes de hacerme viejo. A mí me la ha enseñado el estrés.

¿Lo ha pasado mal por culpa del estrés?
Oh, sí, desde luego. He pasado muy malos ratos a causa de la tensión que provoca el trabajo en exceso. Por eso he llegado a la conclusión de que no hay que tomarse a uno mismo demasiado en serio, sino tratar de reírse, bromear y estar más relajado. Es algo que, además, lo nota la propia audiencia. Y lo agradece, se lo pasa mucho mejor.

Tal vez sea por resentimiento contra los que publicaron que su romance con Claudia Schiffer era un montaje, pero el caso es que cuando se enfrenta a la prensa, Copperfield transforma su sentido del humor en una cordialidad ultracongelada y meramente profesional. Para empezar, llega con más de dos horas de retraso a la entrevista y no parece muy seguro de tener que disculparse. Viste enteramente de negro, su color favorito, lleva una chaqueta de cuero y camina algo encorvado, como si le venciera el peso de su imaginación inagotable. La seducción es otra -por no decir la mayor- de sus debilidades. Una afición sólo comparable a su manía por el orden y a su empeño por controlar hasta el más mínimo detalle; lo que delata una personalidad meticulosa y seguramente difícil para la convivencia diaria.

«Cuando voy a España y camino por la calle, la gente me reconoce y eso es estupendo»

Su domicilio permanente se encuentra en Las Vegas y no es un lujoso chalé en las afueras ni un deslumbrante ático en un hotel, sino una construcción funcional, levantada en un lugar secreto -eso al menos sostiene su equipo- y pegada a un almacén donde el artista guarda todos sus trucos de magia, archiva absolutamente todo lo que se publica sobre él y acumula los tesoros que va consiguiendo en su faceta de coleccionista multimillonario y exquisito. En el museo privado de David se puede encontrar desde el baúl original en el que Houdini realizaba su "Metamorfosis", hasta un frac de Fred Astaire o las inquietantes marionetas de Charlie McCarthy, pasando por unas diabólicas y minuciosas maquinarias de Robert Houdin o por un par de sillas explosivas en las que al travieso Copperfield le gusta sentar a las personalidades de más renombre para darles un susto de muerte.

¿No tiene a veces la impresión de poder jugar con la gente, de tener una capacidad especial para manipular a los demás?
Bueno... no juego con la gente más de lo que ellos juegan conmigo. También a mí se me puede engañar, no crea...

En el escenario, todo es una ilusión. ¿Lo es usted?
Para nada. Yo soy un ser bastante real.

Pero su profesión le obliga a mentir. Nos hace creer que están ocurriendo cosas que en realidad no ocurren...
Es cierto que juego con la fantasía, pero cuando trabajo estoy siendo absolutamente honesto. Yo me anuncio como ilusionista, por lo tanto, no miento, ni engaño a nadie. Soy como un director de cine. Spielberg no pretende hacerle creer a la gente que E.T. es real. Lo presenta como una película. Otra cosa es que el personaje acabe conmoviendo al espectador tanto como si fuera de verdad. Ésa es la magia. Y no hay nada de mentira en ello. En mi vida privada, es lo mismo. Me considero un tipo bastante honesto y amante de la verdad. Incluso cuando actúo como un chiquillo.

¿Ese intento de no perder el niño que lleva dentro se debe a que tuvo una infancia feliz?
Pues la verdad es que no fui un niño demasiado feliz, porque estaba excesivamente enfocado a convertirme en un mago de éxito. En realidad, soy más niño ahora que cuando tenía la edad de serlo; soy como un niño de 14 años.

¿La obsesión por ser alguien no le dejó disfrutar de la infancia?
Digamos que no me permitía relajarme. Yo quería convertirme en un gran mago. Muchas de las cosas que soñé las he alcanzado ya. De manera que ahora puedo jugar con más despreocupación que entonces.

Se ha comparado con Steven Spielberg. ¿Se pondrá tras una cámara en el futuro?
No lo descarto. Pero no tengo ni idea del tipo de película que haré. Mis favoritas son El mago de Oz y Lo que el viento se llevó. También admiro mucho a Orson Welles, sobre todo en su etapa de juventud. Así que en una de éstas, igual me da por rodar Ciudadano David.

¿Esos chistes que cuenta en el escenario y el humor que despliega son de su propia cosecha o se atiene a un guión?
Todo es mío.

¿Y no le han dicho nunca que podría tener un "show" de humor en la televisión?
Continuamente. Pero, ¿sabe qué ocurre? Que no tienen dinero para pagar mi caché [Risas]. No, ahora en serio, me gusta demasiado lo que hago y sentir a la gente en directo.

¿Por qué ha esperado tanto para actuar en España?
Sencillamente, porque nadie me lo había propuesto antes. Y en todo caso, creo que es el momento oportuno. Cuando voy a España y camino por la calle, la gente me conoce, han visto mi espectáculo en televisión, y eso es estupendo. Así que allá voy.

¿Cómo se imagina al público español?
No lo sé, pero por las reacciones que veo en la calle parece encantador. Espero que les guste mi trabajo. ¿Usted qué opina? ¿Les gustará?

Supongo que sí, pero mi consejo es que si va a bromear tanto sobre el escenario se busque un buen intérprete.
¿Sabe una cosa? Creo que podría intentar hacerlo en español. Sí, me siento capaz de hablar español.

Pues si le parece continuamos la entrevista en español.
Ah, no. Sólo soy capaz de hablarlo cuando actúo [Risas].


«Mi mensaje es que si uno trabaja duro puede hacer que los sueños se conviertan en realidad. Nada es imposible»

De todos modos, me temo que el público espera de usted que le asombre, no que le haga reír.
Por descontado, ése es mi objetivo. Y yo, a mi vez, espero que los españoles sean tan apasionados como manda el tópico, porque yo también lo soy.

¿Ah, sí?
Uy, sí... Mucho... Mmmmm... No se imagina cuánto...

Se diría que teniendo un trabajo que requiere tanta precisión y meticulosidad, es usted una de esas mentes frías y calculadoras.
Parto del caos y me encanta organizar ese caos; desde un punto de vista artístico, por supuesto.

Sus colaboradores dicen que es usted muy ordenado y que lo guarda todo. Incluso los primeros juegos con los que hacía magia en su niñez.
Claro, es que son muy importantes.

Uno de los momentos más emotivos del espectáculo es cuando evoca a su abuelo. ¿Fue su maestro?
La verdad es que tuve poco tiempo para conocerle bien. Murió cuando yo era bastante pequeño. Más que enseñarme trucos, creo que me transmitió una chispa de inspiración, que es muy importante.

¿Ser hijo único le convirtió en un niño mimado?
Estoy seguro de que mis padres intentaron mimarme. Pero al mismo tiempo me dieron una orientación muy fuerte. Me enseñaron a ganarme las cosas a base de trabajo y esfuerzo. Quizá resulte duro, pero también tremendamente eficaz, porque ése ha sido mi sistema desde entonces y creo que no me ha dado malos resultados.

¿Cómo era la atmósfera que se respiraba en su casa? ¿Mágica?
No especialmente. Formábamos una familia completamente corriente. Y yo era un niño de lo más normal. Jugaba en el equipo de béisbol y esas cosas.

Sin embargo, no levantaba un palmo del suelo y ya cobraba cinco dólares por asistir a su espectáculo de magia casera. Eso no es muy normal.
Bueno, hay mucha leyenda al respecto. Tenía doce años y no cobré cinco dólares a cada espectador, como se ha dicho. Hice el show entero por sólo cinco dólares. Me contrataron por esa cantidad para actuar en el cumpleaños de un niño.

¿Qué le gustaría hacer desaparecer del mundo si fuera posible?
Me gustaria que las personas se llevaran bien entre ellas. Así que quitaría del medio la violencia y la tensión que desencadenan las guerras y la lucha entre la gente.

Sus montajes suelen tener algo así como un mensaje.
Mi mensaje es que si uno trabaja duro puede hacer que los sueños se conviertan en realidad. Nada es imposible. Y, también, que no debemos darlo todo por hecho y pasar por la vida sin apreciar las cosas y las personas que tenemos alrededor. A veces uno no se da cuenta de lo que tiene hasta que lo pierde, pero entonces es demasiado tarde. Y yo intento que no me ocurra.

Eso de trabajar duro es algo que va con usted. ¿No será un adicto, un "alcohólico del trabajo", como dicen en su tierra?
La verdad es que trabajo muy duro. La mayor parte del tiempo estoy concentrado en mi profesión, en los nuevos trucos con los que perfeccionaré mi espectáculo y en cosas así. Pero con los años he logrado encontrar un cierto equilibrio y he aprendido a repartir mi tiempo entre el trabajo y el ocio; me relajo, me divierto y me dedico a los hobbies que más me gustan. El más reciente es coleccionar máquinas antiguas que predicen el futuro, como ésa que aparece en la película Big, ¿se acuerda? Máquinas que tienen que ver con la adivinación y la astrología, más que con la magia.


¿Cree en la astrología?
La verdad es que no. Pero me divierto mucho con ella.

¿Es una persona religiosa?
Mucho. Le rezo a Dios todos los días, varias veces. Pero esto es algo muy personal que me guardo para mí.

Supongo que se habrá sentido como Dios cuando voló sobre el Gran Cañón o hizo desaparecer la Estatua de la Libertad.
No me creo un dios, pero confieso que a veces me siento inspirado y muy feliz, como si tocara el cielo. Pero con muchísimo respeto hacia Dios.

¿Cuál es el truco que más le gusta?
Sin duda, volar. Aunque, últimamente, también me divierte mucho hacer desaparecer a la gente.

¿Qué tiene eso de divertido?
Es genial, porque cada vez lo haces con personas distintas y las reacciones son muy diferentes.

Las reacciones de los familiares deben de ser muy curiosas. Aunque, claro, ya se sabe que al final del show recuperan a sus seres queridos.
¿Quién le ha dicho eso? Puede que los recuperen o puede que no. Eso depende. Y no se crea, algunos hasta me agradecen el perder de vista a una esposa o a un marido (Risas).

¿Qué truco le ha costado más esfuerzo?
Volar. Estuve trabajando en ello durante siete años hasta que salió perfecto.

¿De dónde saca la inspiración?
Absolutamente de todas partes, de un sueño, de una canción, de una película, de un poema, de la observación de la gente, de una conversación con un amigo... Todo vale.

¿Y hay algo que se le resista, algo que desee alcanzar y no pueda, un imposible?
Sí, tengo una cosa en la cabeza en la que estoy trabajando ahora mismo y que me tiene bastante obsesionado, pero no puedo dar pistas sobre ello. Todavía no.

La competencia es muy dura en su oficio.
Sí, pero no es sólo por eso. Es que si lo cuento le quito la gracia.

¿Es una persona obsesiva?
Sí, pero sólo cuando trabajo. Fuera del trabajo sé divertirme y puedo resultar muy relajado y poco obsesivo. Está claro que en mi oficio soy perfeccionista y eso quizá me hace un poco difícil. Pero cuando desconecto soy completamente distinto. Como le decía antes, hay dos David.

¿Y cuál de los dos prefiere?
Cualquiera de ellos, porque ambos tienen sus buenos momentos.

¿Sabe que hay quien dice que es usted aún mejor vendedor que mago?
Mire, mi mejor marketing es el boca a boca. La gente que viene a ver mi espectáculo y se lo cuenta a un amigo es mi mejor publicidad. Las grandes campañas o promociones duran lo que un suspiro. Y yo ya llevo muchos años en esto.

Su museo contiene muchas piezas de Houdini. ¿Qué es lo que más admira de él?
Su sentido del marketing (Risas). Sin duda, era buenísimo en eso. Mucho mejor que yo. Tenga en cuenta que tuvo un éxito enorme, pese a que prácticamente siempre hacía lo mismo. No creó demasiadas cosas.

¿Le atrae el lado oscuro de la magia?
Prefiero quedarme con la parte luminosa.

Por cierto, ¿le dejan jugar en los casinos de Las Vegas?
Hasta hace unos años me lo tenían prohibido. Pero si le digo la verdad no suelo jugar, porque todo el mundo me conoce y, si pierdo, quedo fatal y se ríen de mí. Así que prefiero evitarme el bochorno.

Uno de sus espectáculos lleva por título "Sueños y pesadillas". ¿Cuáles son sus sueños y sus pesadillas?
Mi sueño es encontrar la paz y el sosiego, y mi peor pesadilla, no disponer del tiempo para desarrollar los proyectos que tengo en la cabeza, tanto de trabajo como personales.

Su cabeza debe ser un volcán.
Así la siento yo a veces. Pero procuro echarle agua.


Hablando de planes personales, en España se le espera este verano por Mallorca.
Ya he estado allí y me encantó, así que pienso repetir.

Todo el mundo se pregunta si se casará el año que viene con Claudia Schiffer.
De momento nos encontramos bien así. Estamos muy enamorados, nos divertimos cuando estamos juntos y eso es lo importante. Lo demás, ya se verá...

A sus 42 años aún no ha formado una familia. ¿Qué se lo ha impedido?
Simplemente, no ha llegado el momento oportuno. No tengo prisa. Cada cosa a su tiempo. Y tampoco me siento especialmente viejo, porque, como le decía antes, en realidad no tengo 42 años, sino catorce.

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