Pues lo que os voy a contar me ocurrió el viernes. Mi compañera tenía oposiciones el sábado y, yo, como tenía unos dineritos ahorrados y hacía tiempo que quería ir a Barcelona a alguna tienda de magia, cogí a nuestro hijo de 9 meses y planeé un buen itinerario: visita a Magicus y, de vuelta, bajar por Via Laietana, tumbar a mano izquierda en carrer Princesa e ir al Rey de la Magia.
Estaba todo a punto, el cochecito del crío, una cartera con pañales y toallitas, mis dineritos, y muchas ganas de llegar a Barcelona.
Fuimos a coger el autobús y Lluc (mi hijo) alucinaba: no se estaba quieto, se movía por todas partes, alargaba el dedo para acercarlo a la salida del aire acondicionado y notar su frescura... De golpe, empezó a refregar su carita por mi camisa y pensé "Uf! Ja té son!" (Uf, ya tiene ganas de dormir), pero, de golpe y porrazo, se giró y sacó hasta la primera papilla. Fué demoledor. Él y yo empapados en vómito de yogur con una peste agria insoportable. La gente giró la cabeza con una "misdirection" fenomenal. No me veían, no hacía falta ahydarme. Y para colmo, la mierda de aire acondicionado empezó a gotear.
Como pude, saqué las toallitas y empecé a limparle y a limpiarme... Y a limpiar el sillón del autobús -que también recibió lo suyo-.
Finalmente, cuando ya estaba todo lo más limpio que lo podía dejar, llegamos a la parada y nos bajamos. El conductor me dijo que no pasaba nada, que siempre pueden ocurrir estas cosas. Y yo pensaba, "sí, conduint com condueixes, segur!" (Sí, conduciendo como conduces, seguro).
En la calle hacía un viento fenomenal y mi hijo y yo estábamos con la ropa mojada y apestosa. Busqué una tienda para comprale algo de ropa (puesto que no llevaba de recambio) y, justo despúes de pasar la librería Catalonia, encontré una. Rápidamenta, con una dependienta, buscamos una muda para ponerle y, como se apiadaron de mi, me dejaron ir a su zona privada dónde pude limpiar a conciencia a mi hijo y ponerle la ropa. Al salir, me tocó pagar: 85€!!!! Se me cayeron las dos bolitas de esponja que llevaba sin hacer ruido, no fuera caso que me hicieran pagar más.
Mi hijo sonreía y parecía decirme con su mirada: "Això sí que és màgia, en cinc minuts, t'he fotut 85€" (Esto sí que es magia, en cinco minutos me he cepillado 85€).
Ya limpio y a la última moda, nos fuimos hacia Magicus. Habíamos perdido 85€ y tres cuartos de hora en la tienda de marras. Llegamos a Mágicus y aluciné. Aquello era magia: había estado yendo como tres años seguidos al lado en el aula de música tradicional y popular, y no me había percatado nunca de que Magicus estaba allí.
Estubimos mirando. Él, con su dedo, todo lo quería. Yo me contenía mas porqué ya me habían volado 85€. Estuvimos esperando un ratito mientras atendían a la gente que había llegado antes que nosotros.
Me encantó. Una tienda vieja, con sistema de funcionamiento antiguo y con gente mayor. La atención al cliente es correctísima: no hay prisa. Quiere usted mirar esto, pues mírelo. Ah, y le interesa aquello, pues espere un momento que se lo bajo. Y si se espera otro momentito, le traigo otro modelo que tengo en el almacén. Esto funciona así. Ya sabes...
Traía conmigo una listita de cosas que compraría el primer día que fuera a una tienda de magia. Había leído a Ciuró, a Slydini, Moliné, las gomitas y las bolas, a Partagás y a Areny de Plandolit... Y tenía una fabulosa lista.
Cuando me tocó, solo fui capaz de comprarme unas bolas de esponja, un FP y un juego de una bola grande de esponja, con una mediana y seis de pequeñas.
La mujer, viendo mi lista, me preguntó estrañada: "I no vols res més?" ( Y no quieres nada más ). Pensando en mi peripecia, le respondí que no. Y ella siguió "Si vols, deixa'm aquest angelet i ja ho 'arreglarem'." (Si quieres déjame este angelito y ya lo arreglaremos). Mi hijo, sonrió y yo respondí "No em tempti" (No me tiente). Después, le conté mi hazaña, ella echó a reir y me dijo: "Quien se acuesta con críos, cagado amanece".
Quedamos que en otra ocasión volvería. Pagué (sólo 14€) y nos despedimos cordialmente.
Me encantó el trato recibido. Me quedé con ganas de volver.
Saliendo, quería ir a El Rei de la Magia, pero se nos había hecho tarde. En otra ocasión va a ser.
Volvimos a plaça Catalunya, pero no nos dirigimos al autobús. Decidí coger el tren y fué una buena elección. El conjunto de 85€ llegó a casa impoluto. Lo he puesto en una vitrina.
Salut!
Estaba todo a punto, el cochecito del crío, una cartera con pañales y toallitas, mis dineritos, y muchas ganas de llegar a Barcelona.
Fuimos a coger el autobús y Lluc (mi hijo) alucinaba: no se estaba quieto, se movía por todas partes, alargaba el dedo para acercarlo a la salida del aire acondicionado y notar su frescura... De golpe, empezó a refregar su carita por mi camisa y pensé "Uf! Ja té son!" (Uf, ya tiene ganas de dormir), pero, de golpe y porrazo, se giró y sacó hasta la primera papilla. Fué demoledor. Él y yo empapados en vómito de yogur con una peste agria insoportable. La gente giró la cabeza con una "misdirection" fenomenal. No me veían, no hacía falta ahydarme. Y para colmo, la mierda de aire acondicionado empezó a gotear.
Como pude, saqué las toallitas y empecé a limparle y a limpiarme... Y a limpiar el sillón del autobús -que también recibió lo suyo-.
Finalmente, cuando ya estaba todo lo más limpio que lo podía dejar, llegamos a la parada y nos bajamos. El conductor me dijo que no pasaba nada, que siempre pueden ocurrir estas cosas. Y yo pensaba, "sí, conduint com condueixes, segur!" (Sí, conduciendo como conduces, seguro).
En la calle hacía un viento fenomenal y mi hijo y yo estábamos con la ropa mojada y apestosa. Busqué una tienda para comprale algo de ropa (puesto que no llevaba de recambio) y, justo despúes de pasar la librería Catalonia, encontré una. Rápidamenta, con una dependienta, buscamos una muda para ponerle y, como se apiadaron de mi, me dejaron ir a su zona privada dónde pude limpiar a conciencia a mi hijo y ponerle la ropa. Al salir, me tocó pagar: 85€!!!! Se me cayeron las dos bolitas de esponja que llevaba sin hacer ruido, no fuera caso que me hicieran pagar más.
Mi hijo sonreía y parecía decirme con su mirada: "Això sí que és màgia, en cinc minuts, t'he fotut 85€" (Esto sí que es magia, en cinco minutos me he cepillado 85€).
Ya limpio y a la última moda, nos fuimos hacia Magicus. Habíamos perdido 85€ y tres cuartos de hora en la tienda de marras. Llegamos a Mágicus y aluciné. Aquello era magia: había estado yendo como tres años seguidos al lado en el aula de música tradicional y popular, y no me había percatado nunca de que Magicus estaba allí.
Estubimos mirando. Él, con su dedo, todo lo quería. Yo me contenía mas porqué ya me habían volado 85€. Estuvimos esperando un ratito mientras atendían a la gente que había llegado antes que nosotros.
Me encantó. Una tienda vieja, con sistema de funcionamiento antiguo y con gente mayor. La atención al cliente es correctísima: no hay prisa. Quiere usted mirar esto, pues mírelo. Ah, y le interesa aquello, pues espere un momento que se lo bajo. Y si se espera otro momentito, le traigo otro modelo que tengo en el almacén. Esto funciona así. Ya sabes...
Traía conmigo una listita de cosas que compraría el primer día que fuera a una tienda de magia. Había leído a Ciuró, a Slydini, Moliné, las gomitas y las bolas, a Partagás y a Areny de Plandolit... Y tenía una fabulosa lista.
Cuando me tocó, solo fui capaz de comprarme unas bolas de esponja, un FP y un juego de una bola grande de esponja, con una mediana y seis de pequeñas.
La mujer, viendo mi lista, me preguntó estrañada: "I no vols res més?" ( Y no quieres nada más ). Pensando en mi peripecia, le respondí que no. Y ella siguió "Si vols, deixa'm aquest angelet i ja ho 'arreglarem'." (Si quieres déjame este angelito y ya lo arreglaremos). Mi hijo, sonrió y yo respondí "No em tempti" (No me tiente). Después, le conté mi hazaña, ella echó a reir y me dijo: "Quien se acuesta con críos, cagado amanece".
Quedamos que en otra ocasión volvería. Pagué (sólo 14€) y nos despedimos cordialmente.
Me encantó el trato recibido. Me quedé con ganas de volver.
Saliendo, quería ir a El Rei de la Magia, pero se nos había hecho tarde. En otra ocasión va a ser.
Volvimos a plaça Catalunya, pero no nos dirigimos al autobús. Decidí coger el tren y fué una buena elección. El conjunto de 85€ llegó a casa impoluto. Lo he puesto en una vitrina.
Salut!
