Como la palabra indica, empezo a hacer sus juegos en una piscina.
Utilizando como tapete la toalla medio mojada y esas cartas de la baraja española mas usadas y guarras que el palo de un gallinero. El chico no tenía mala intención, al contrario, tenía una muy buena, ligarse a la chica que nunca le hacía ni caso, por lo cual, despues de haber comido esos filetes empanados y esa tortilla de patata, mientras hacian las 3 horas de la digestión, ese chico piscinero, agarraba la baraja y se disponia a hacer el siempre efectivo juego de las 21 cartas. Al menos durante unos instantes era el centro de atención, era observado por esa chica (aunque ella estaba por el de la moto). El juego salia bien o quizás salia... no tan bien, teniendo en cuenta que el aire no ayuda demasiado a hacer juegos con naipes.
En fin la vida es muy dura, de todo tienen que haber en la viña del señor. Pero es que en Madrid no hay playa y vaya cuando el calor aprieta y tu madre te obliga a hacer la digestión antes de poder regresar a la piscina para poder hacer aguadillas a esa chica que te gusta y no sabes otro método mejor para meterla mano ...
No sigo que empiezo a escribir sobre mi y no es plan