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Hoy de camino a clase iba en la guagua. La digestión y el meneíto me causaban un estado soporífero perfecto para hacer filosofía barata y entretenida.

Estaba pensando en la diferencia entre los juegos rápidos e impactantes y aquellos con una estructura más larga y complicada.
Entre los juegos largos se me pasó por la cabeza la Dama Inquieta. Un pase, otro pase, dejo esta carta allí, esta allá... y pensé:

Si yo realmente tuviera poderes mágicos para hacer lo que quisiera con las cartas... ¿haría este juego?.

Después pensé en otros más sencillos y fáciles de captar, por ejemplo, el siempre 6. Tengo 6 cartas y puedo deshacerme de algunas porque, mágicamente, puedo volver a tener 6.

Si tuviera poderes quizá si hiciera esta demostración, demotrar que puedo derrochar cartas porque con la magia puedo tener más.
Me parece una foma fácil de demostrarle a otro que estás por encima de las leyes físicas y es un ejemplo que lo demuestra claramente.

Entonces empecé a catalogar juegos entre los que haría si tuviera realmente poderes y los que no.

Con esto no quiero decir que los juegos largos o complicados tengan algún problema, ni mucho menos, pero me pareció una idea interesante y que da buen pie a ser discutida.

Entonces vino la parte de compararla a otras artes, como suelo hacer.
Generalmente comparo con la música cuando funciona el símil, pero en este caso comparo con la pintura.

Una persona normal, que no sabe dibujar, que hace monigotes feos y casitas con techo a dos aguas dice "me gustaría saber dibujar".
Obviamente esta gente se refiere a que le gustaría saber dibujar realísticamente. O sea, que sus dibujos fueron miméticos a la realidad.

En el supuesto caso de que un hada les toque con una barita y sepan dibujar, esta gente dibujaría caballos, paisajes, personas, de una calidad excepcional.

En cambio, los pintores que tienen el don y que llevan una larga carrera, evolucionan con el tiempo y pasan de la pintura realista a una cada vez más personal, distorsionada, abstracta, hasta un nivel de asbtracción demasiado profundo para el nivel de percepción normal del ciudadano de a pie.
Entonces el ciudadano cuando visita un museo de atre abstracto, no lo entiende.
Ve un lienzo con manchas, sabe que el autor es famoso, pero no entiende qué pasa ahí.

Creo que en la magia pasa igual. Los que empiezan quieren tener poderes, quieren comprar poderes, quieren comprarse gimmicks.
Tirajes que desaparezcan las cosas de las manos. Que yo meto una moneda y al abrir la mano ya no está.
Quiero comprarme este aparato que haga que yo levite.
Y es que al principio queremos eso, queremos demostrar que tenemos poderes.

El mago más experimentado, el que lleva una carrera hecha, empieza a hacer el asunto cada vez más complejo, a retorcerlo buscando un nivel de profundidad superior, una cosa más intensa pero a la vez más complicada, una magia más "abstracta", esa que tiene un gran fondo, pero quizá empiece a alejarse del nivel perceptivo del espectador.


Leoanrdo Da Vinci. La última cena


Danckaert Bea. Abstract Night

Hola letang:
Leyendote veo que no te hacen falta los poderes, que ya has llegado al Nirvana y por un camino inescrutable el "ensimismamiento", sumido en el sopor dentro de la guagua cual utero materno.
Comparto contigo la reflexión, al principio uno busca la validación en el espectador haciendo lo que a los demas les gusta (lo que pide el publico, lo que vende), luego uno busca lo que a el le gusta, lo que le llena, dejando de un lado lo que piensen los demas. Supongo que ese es el camino de cualquier aficionado que quiera algún día ser maestro en lo suyo.



Un saludo mágico.

A ver, me gusta este tema.
En primer lugar tengo que decir que la magia, como bien dices, es un arte, y al gene en el fondo lo sabe. Por tanto, yo creo que MAGIA no es sólo hacer desaparecer cosas o multiplicarlas, sino que va más allá.
La mayoría de los juegos que puedes mencionar Letang, tales que el siempre 6 o la mera desaparición de una moneda, equivalen en su presentación más básica, a una mera demostración de las habilidades del mago, (digo "presentación básica" porque es lo más lógico de un siempre seis, pero por supuesto se puede adaptar a cualquier otro tipo de presentación).
Sin embargo, por muchos siempre 6 que hagas con cualquier presentación, si luego dices de jugar al póker, te dirán lo típico de "pero yo con tigo no juego, que haces magia y sacas escalera real". ¿En qué deriva esto? En las demostraciones de juego mismamente. Entonces, al hacer una demostración de juego, ¿estás haciendo la magia de la que hablas? ¿La de demostrar tus habilidades mágicas? Generalmente la reacción ante una demostración de juego es "vaya tahúr estás hecho" pero no "Diossss es imposible!! ¿Cómo es posible?".
Esto mismo se aplica a otros estilos de efectos. Cualquier juego de historia (La dama inquieta podría ser un ejemplo) El mago demuestra las habilidades de las cartas. La gente al final reacciona maravillosamente ante la poesía mágica.

Con esto quiero decir que la magia no son sólo efectos en los que hacemos cosas que los demás querrían hacer, sino que va más allá, va a buscar emociones en los espectadores, está en ilusionarles, el cuál es nuestro deber.

Un saludo

Un pensamiento muy interesante, Letang. (¡Qué cosas piensas yendo en la guagua! Y la tía de enfrente, a lo mejor creyendo que la miras... y si se entera que piensas en teoría de la Magia pasando de ella,... se sentiría ofendida ).

Pues sí, creo que lo has enfocado muy bien. El tema toca de lleno lo que es la esencia del Arte.

El Arte no es demostrar que uno sabe pintar muy bien o cantar con una entonación perfecta y un potente chorro de voz o, en Magia, realizar cosas imposibles. El Arte es algo más. El Arte es producir emociones en el espectador, pero no cualquier emoción, sino emociones que eleven el espíritu, emociones bellas, vivencias que cuando terminas de ver la actuación (o la película, o de leer el poema o de escuchar la canción) te vas con el alma llena, te vas pleno, satisfecho, contento de existir, agradecido por haber nacido y que el mundo sea tan hermoso. Eso es el Arte, para mí.

Así que los juegos que yo haría si tuviera poderes, serían exactamente los mismos que los que hago ahora (sólo que quizá limaría las servidumbres a las que me obliga la técnica. Por ejemplo, tras un depósito falso podría enseñar la otra mano vacía inmediatamente, o en un juego con el pulgar falso, mostraría las manos con más claridad, o daría a mezclar siempre la baraja al público, antes y después de perder la carta sin robarla de ningún modo...). O sea, que mi Magia ganaría en limpieza, pero haría los mismos juegos con las mismas presentaciones y las mismas fases y movimientos.

Y no renunciaría a barajar yo también las cartas, incluso realizando técnicas aunque no las necesitara, porque están llenas de belleza por sí mismas. Es un acariciar las cartas que no puedo perderme (ni ellas tampoco)

¿Por qué seguíría haciendo lo mismo que antes? Pues porque los juegos que pensamos los magos están llenos de belleza. Uno podría decir que si tuviera poderes, dejaría un pañuelo sobre la mesa y cambiaría de color instantáneamente; y no cabría otra presentación que ésa, que es lo más directo. Pues no, yo creo que así se perdería belleza. ¿Y lo bonito que es que el pañuelo cambie de color poquito a poco mientras pasa por la mano, como acariciándolo? ¿Y lo bonito que es que el pañuelo cambie de color al introducirlo en una cartulina negra doblada, para después mostrar la cartulina vacía, con todo el oscuro misterio y el suspense que crea eso? No, no, nos quitaríamos lo mejor, el ritual, la belleza del procedimiento.

Imagínate que vinieran unos extraterrestres y dijeran: "¡Pobrecitos los humanos! Vamos a darles el poder de conseguir automáticamente y sin ningún esfuerzo lo que les toque conseguir en esta vida, y lo que no tengan que conseguirlo que ni siquiera se les ocurra desearlo". Bien, pues entonces, a uno no le gustaría ninguna chica hasta que no encontrara a la que fuera a ser la mujer de su vida, que caería en sus brazos automáticamente. Pues no, nos habrían roto lo bonito de la seducción y la filosofía de la vida que aportan los rechazos, además de toda la literatura romántica. También harían que el trabajo no pudiera conllevar fracasos...pues no, sería todo más fácil pero sin chispa, sin hermosura, sin literatura.

¿Recordáis "Embrujada"? Si, sí, esa serie de la bruja Samantha, cuyo marido Daryl le prohibe hacer brujerías moviendo su preciosa naricita. Quiere que lo haga todo con sus manos. Daryl sabe de la vida y de su belleza. No creo que muchos maridos vieran con malos ojos los poderes mágicos de su mujer; en cambio, Daryl no quiere prescindir de la belleza de la vida tal y como es. Muy bien por él, aunque pocos telespectadores le comprenden.

Así que yo seguiría haciéndolo todo igual, pero más perfecto, pero todo igual. "La dama inquieta" exactamente como es; el "Siempre seis" exactamente como es; los cubiletes exactamente como son... Eso sí, todo mucho más limpio, pero no me comería la poesía del camino. El que viaja en avión, no viaja, llega. El que camina, no hace falta que llegue, ya está viajando.

Letang, es muy interesante el tema que propones. Puede que no sepas que Gabi, el gran Gabi de Barcelona, ha estudiado mucho esa cuestión. Te cuento una mínima parte de sus conclusiones (filtradas por mi memoria y opinión):

"Si yo tuviera realmente poderes" en realidad es solo una de las posibilidades digamos de presentación, que orienta el PAPEL DEL MAGO FRENTE AL TRUCO
Bajo esa presentación el mago es omnipotente, poseedor de la magia, del poder. Gabi lo llama mago OMNISCIENTE.

Tal papel es el más habitual o clásico interpretado por los magos. Sin embargo no es el único. Si consideramos que la magia puede estar por encima del mago, como una entidad propia, de la que el mago solo es participe y catalizador pero no poseedor, el papel o posición del mago frente al truco es de TESTIGO. Puede ser canalizador y copartícipe, o ni eso y que la magia (como entidad propia) se revele ante el. Las emociones siguen siendo mágicas pero el papel del mago cambia.

Hay más categorías, y creo que Gabi se inspiró para diferenciarlas haciendo una equivalencia con el grado de conocimiento sobre una historia que tiene el NARRADOR que la cuenta. Puede saberla toda desde el principio, o ir descubriéndola como testigo que no forma parte de la obra o como protagonista, o secundario, etc. Y esa diferencia de papel no tiene que perjudicar a la historia, o en nuestro caso el contexto mágico; al contrario, puede mejorarla o enriquecerla (depende del caso particular)