Presentación, psicología, técnicas teatrales,...
#169616 por Daroca
23 Nov 2014, 22:29
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Me refiero con "compinches inanimados" al recurso de tomar un objeto que aparentemente no es tuyo, porque esté en el suelo o lo cojas de la mesa de un bar porque supuestamente "alguien lo haya dejado abandonado allí", o de la estantería de una casa ajena... pero que en realidad son objetos tuyos que has colado en esos sitios. De esta forma estos objetos pueden estar trucados.

El impacto que producen los juegos hechos de esta manera, es brutal, o por lo menos se multiplica por mucho la potencia del efecto.

Por ejemplo, un juego con una caja de cerillas trucada (con su hilo y demás, o con un motorcito interno, etc), y lo que hago es dejar esa caja de cerillas en el suelo de la calle, cerca de donde sé que voy a verme con unos amigos, y después de hacerles un juego de cartas, digo: a ver con qué podría hacer magia, con ese papel… no, mira tráeme esa caja de cerillas que está en el suelo, por favor…

O en un bar cambio sin que se den cuenta el periódico del día por uno trucado, también del día, que su página 10 tiene una preparación para poder hacer el "periódico roto y recompuesto", y después de hacer un juego de cartas, pido que me pasen el periódico y cojo la página 10...

O introduzco en la baraja de un bar o de una casa particular una carta especial, cuando nadie me ve, la cual la utilizo para el juego y resulta que se vuelve blanca o que cambia el dorso.

O meto entre los libros de la estantería de una casa ajena a la que me han invitado en una fiesta, un libro especial para mentalismo, en el que todas las terceras frases de todas las páginas son idénticas, por ejemplo…

Todo eso es brutal y la potencia del efecto está a años luz de lo que sería sin esta estratagema.

Ahora bien… ¿Este recurso… no es un poco... "Dynamo"? Es verdad que no se utilizan compinches, pero hay algo…. que no me acaba de convencer desde la "ética de la honestidad fundamental", según la cual un mago no debería permitir el uso de compinches. ¿Esto no es acaso un compinche inanimado? ¿Si los espectadores se enteraran del secreto, alabarían nuestro ingenio (como sucede en cualquier juego normal) o por el contrario les molestaría que hubiéramos empleado esta estratagema algo "tramposa"?

Los que no utilizaríais un compinche porque os parece fatal, ¿utilizaríais este recurso sin problemas? ¿Os parece bien? (Por supuesto, alguien que esté a favor de los compinches, mucho más estará a favor de estos "compinches inanimados")


Yo no lo tengo claro. Lo estoy todavía pensando. En cualquier caso, estaríamos bordeando la frontera porque es un tema que no es tan obvio como utilizar un compinche humano.




Un resumen de la ética aludida, que ya hemos tratado en otro hilo.

:

_"QUE TUS MÉTODOS SEAN TALES, QUE SI EL ESPECTADOR SE ENTERARA DE ELLOS, NO TE DESPRECIARA".
Por ejemplo: si un espectador se enterara de cómo se hace un juego de Arturo de Ascanio, no despreciaría al mago sino al contrario: lo admiraría más.  Si un espectador se enterara de cómo se hace un juego realizado con un secreto fácil pero ingenioso, o simplemente con un aparatito trucado, una cascarilla de moneda, una carta de doble cara, etc… no despreciaría al mago, sino que como mucho se desilusionaría y diría: _"Ah, era por eso, claro, que tontería, así cualquiera… pero bueno, son los trucos de los magos, de alguna forma tienen que hacerse estos efectos tan bonitos… Me he desilusionado pero vamos, tampoco te odio porque lo hayas hecho con ese truco tan simple…, no me siento estafado."

Pero si se entera de que el juego ha salido bien gracias a un compinche o a un truco de cámara… lo normal es que se sienta defraudado y estafado, porque hay un código de honor tácito en que el mago puede engañar de mil formas al espectador y él las acepta sin conocerlas, pero no de cualquier forma. Hay maneras de engañar que no entran en ese contrato tácito. Si el mago actúa con compinches, es un estafador para cualquier espectador que se entere de ello. Así que por lealtad al público y honestidad, no vale usar cualquier método (y eso sin contar con que alguna vez se nos pueda descubrir el truco accidentalmente y quedemos muy mal y hasta pueda hundir nuestra carrera mágica).

En el código tácito de un espectador de cine, está que acepta trucajes por ordenador y de todo tipo. No pasa nada. Pero en el código tácito de un espectador de magia, está que el mago no pueda utilizar compinches o trucos de cámara u otros recursos… porque entonces el mago estaría "haciendo trampa", una trampa muy distinta a los trucos de sus efectos, una estafa. Un "hipnotizador" español de hace muchos años -y del que no recuerdo el nombre-, cada vez que iba a actuar en un pueblo procuraba buscarse compinches entre las personas de allí. Una vez, en uno de esos pueblos, alguien se fue de la lengua y los mozos, indignados, le esperaron a la salida; se pudo escapar. Sin embargo en otro pueblo no tuvo tanta suerte y le zurraron. La gente del lugar no vivió ese truco como un secreto sino como una estafa y una burla a las buenas gentes.
#169626 por Daroca
25 Nov 2014, 00:41
jeje, no, no, darkman, no pretendo gastar una broma o provocar, lo digo en serio. :smiley:

Una cosa es el Purismo en el sentido en que te refieres, de no poder utilizar más que material absolutamente normal. No hablo de purismo. Eso sí, tampoco critico al purismo, es una ética de la magia muy respetable (e incluso admirable), que aunque siempre me ha parecido algo absurda, últimamente voy entendiendo más a los que la practican. Sin embargo, no es mi orientación. Yo, como la inmensa mayoría de los magos, soy partidario de usar objetos trucados: cartas de doble dorso, cascarillas de moneda, cajas con doble fondo, cuerdas con imanes, etc.

En este tema no llamo "compinches inanimados" a los objetos trucados con apariencia de normales y que se muestran como normales, sino a los objetos trucados que, para apoyar su apariencia de normales, son extraídos de lugares ajenos al mago: en medio de la calle, en una mesa vecina de un bar, de una papelera de una casa, de la estantería de una biblioteca de casa ajena…

Los ejemplos que pones:

_un libro para test ¿es compinche inanimado? No, si el mago muestra unos libros que dice que ha sacado de su biblioteca y entre los cuales está el trucado, pero sí sería un "compinche inanimado" si coge unos libros de una casa ajena en donde está invitado el mago, y entre los que ha deslizado secretamente su libro trucado sin que se entere el dueño de la casa.

_La lata de Coca Cola estrujada que se restaura, ¿es compinche inanimado? No lo es si el mago la presenta y dice que le ha sobrado de la comida de este medio día, o si dice que se la ha encontrado por la calle mientras venía hacia aquí. En cambio sí lo es, si en presencia del público en magia de calle, la toma del suelo de la calle o de una papelera, o la coge de la mesa vecina de un bar o de la barra.

_Respecto a lo de cambiar una papeleta y cargar una paloma, son técnicas que no tendrían nada que ver con esto de los compinches inanimados.


Es decir, que los trucos son necesarios, los aparatos trucados también, los gimmicks, las técnicas… Pero otra cosa muy distinta son los "compinches inanimados". Y pregunto si hay que meterlos en el mismo saco que los compinches persona. Porque si por una parte es verdad que elevan asombrosamente la potencia del efecto, por otra, si se enterara el espectador ¿no tendría la sensación de que le hemos estafado como magos?. Diría: _¡Hombre, no me fastidies que la lata esa que has cogido del suelo la habías colocado tú…! ¡ESO NO VALE, ME HAS ENGAÑADO, ME HAS TOMADO EL PELO, TE HAS APROVECHADO DE MI BUENA FE! Igual que en el caso de los compinches persona dice: _¡Hombre, no me fastidies que la chica que ha salido voluntaria del público ha ensayado contigo y tiene una hermana gemela dentro de una caja que tienes tú ahí… ¡ESO NO VALE, ME HAS ENGAÑADO, ME HAS TOMADO EL PELO Y TE HAS APROVECHADO DE MI BUENA FE!… Mientras que si hago un enfile y se entera de cómo es, no me dice "eso no vale", sino jo, qué cabrón, cómo son los trucos de los magos; no piensa que le he tomado el pelo, que me he aprovechado de su buena fe, sino que es el truco, los hilos de la marioneta que no debía ver y por casualidad los ha visto. Los profanos aceptan los trucos, aceptan los procedimientos secretos, lo que quizá no acepten son las transgresiones de cierto código ético tácito, que yo creo que existe: compinches, trucos de cámara, etc. y quizá "compinches inanimados".

¿Nos cargamos la magia si renunciamos a los compinches inanimados? En absoluto, sin compinches inanimados sí se puede hacer magia, puesto que quedan prácticamente todos los millones de juegos que conocemos. Y por supuesto sin compinches persona y sin trucos de cámara también se puede hacer magia.

Eso sí, al renunciar a todo eso, renunciamos a que el público abra una boca de dos metros, vale… Pero ¿acaso no compensa por guardar cierta honestidad básica -concepto debatible, por supuesto-? ¿Igual que rechazamos los trucos de cámara y compinches persona, no habría que rechazar también los "compinches inanimados", sin por ello rechazar gimmicks, técnicas, etc, que son cosas muy distintas?


(Nota: te has referido a un juego de transmisión de pensamiento con una médium a distancia. Si a lo que te refieres es a alguien infiltrado entre el público que te pasa información, eso no es compinche, eso es "ayudante secreto" porque no interviene directamente en el juego. Creo que la mayoría de los magos que no aceptan compinches, sí que aceptan ayudantes secretos, aunque sería un tema discutible, porque quizá entraría también en ese "saco" que decimos. :) )
#169628 por Darkman
25 Nov 2014, 02:30
Bueno, el tema se va poniendo interesante. Empezaré tomando posición: los compinches inanimados, tal como los describes, no solo me parecen lícitos, sino que elevan varios grados la calidad y el impacto del efecto.

Un solo ejemplo: cuando estrené "words", de David Stone, un test de libro con revistas de sopas de letras, desde por la mañana fui a un kiosko, compré varias revistas, me dejé ver con alguna revista, resolví alguna en público (de una de las compradas en el kiosko), pedí ayuda para resolverla,... Cuando aparecí en el escenario con ellas, no hubo necesidad de explicar nada, de darlas a examinar,... Todas las defensas estaban bajas. En definitiva, vendría a ser una "misdirection" anticipada. Ni que decir tiene que quedé absolutamente satisfecho y que el impacto fue brutal. Magia.

Otro ejemplo: desde la teoría que propones, ¿sería admisible "preparar" libros "normales" para que devuelvan información que el mago revelará después o son compinches, porque se pueden comprar en cualquier librería y son prácticamente iguales a los que cualquiera puede tener en casa? No sé. Me parece rizar demasiado el rizo.

Magos clásicos de todos los estilos (Annemann o Kaplan, por citar solo dos ejemplos) han utilizado estos métodos de camuflar los objetos trucados entre los normales.

¿Es lo mismo hacer el billete en el limón en un escenario que en una frutería? Un limón es un elemento extraño en un teatro. El público tiene todo el derecho a sospechar. En una frutería, sacando la fruta de entre un montón, nadie puede dudar de que todo lo que hay en ella es normal.

¿Hay que meterlos en el mismo saco que el compinche persona? Mi opinión es que no. Si un compinche nombra el número, la carta o la palabra que el mago le pidió que nombrara, y coincide con la predicción, ¿dónde está el mérito? A mí, como espectador, eso me parece una estafa incluso artística.

Ahora bien, si el espectador llama desde su propio teléfono a un número que le facilita el mago (que no habla en todo el tiempo) y el interlocutor-compinche, que se encuentra en otra ciudad, identifica un dibujo que alguien en la sala acaba de hacer y más tarde el espectador se entera de cómo el mago ha conseguido transmitir el dibujo, ¿crees que se sentirá estafado, o admirará el procedimiento empleado? (Este es básicamente el efecto al que me refería en mi mensaje anterior).

Tú mueves. :wink:
#169629 por Daroca
25 Nov 2014, 03:53
Bueno, Darkman, pues ya vamos definiendo más el tema, porque hay que hacer dos cosas:

1) Explicar bien lo que quiero decir (que ya más o menos con las respuestas de este mensaje va a haber suficientes ejemplos para delimitarlo).
2) Tomar cada uno partido por una ética que, o bien permita los compinches animados o bien no lo haga, o bien ser indiferente a esta cuestión, que también es muy digno, porque al fin y al cabo esto no es un tema muy candente ni va a perjudicar a la magia enormemente ninguna de las posiciones. En los compinches-persona ya parece menos leve, pero aquí no lo es tanto.

Pero es necesario partir de esa base: que no se trata de llegar a una conclusión inapelable de "compinches inanimados sí o compinches inanimados no", porque existen diferentes formas de pensar, unos pueden pensar que sí y otros que no.

Paso a comentar esos ejemplos:

:glowing_star: _Los compinches inanimados elevan la potencian del efecto. ¡SÍ, ABSOLUTAMENTE! Estoy completamente de acuerdo.
¿Es esa razón para utilizarlos? Pues no, solamente esa razón no, porque esta misma razón también se da en los compinches-persona, que elevan también mucho la potencia del efecto, y sin embargo hay que mirar otros aspectos para juzgar, y al final nos sale a la mayoría que "compinches-persona NO". O sea, que aunque los compinches inanimados conviertan un juego en un mazazo y den mucha sensación de magia… eso no da carta blanca, hay más aspectos que tiene que cumplir un procedimiento para ser aceptado por nosotros. Pero sí, dejan a la gente KO, estoy de acuerdo.


:glowing_star: _Words, la Sopa de Letras de David Stone, pero dejándose ver el mago con ellas antes como si fuera su hobby.
Bien, es un ejemplo difícil, pero yo diría que ahí no estamos en un caso de compinches inanimados, porque esas sopas de letras son tuyas, y le das apariencia de normales, de que no sean un material mágico, pero son tuyas. Es como si el mago se quita la corbata y hace una corbata rota y recompuesta… no sería tampoco un compinche inanimado, porque aunque la corbata del mago no es un material mágico y parece casual, es propiedad del mago, y todo lo que pertenezca al mago puede llevar truco y nadie se va a sentir engañado en el mal sentido.

Otra cosa sería que el mago tomara una corbata de un vendedor ambulante o de un espectador, o que le dijera a un niño: ve y cómprame una corbata en El Corte Inglés y vienes. Ahí sí que sería compinche inanimado. Y las sopas de letras lo serían, en idénticas ocasiones, como si tú dices: _"Oye, alcánzame esa sopa de letras que se ha dejado alguien ahí" o pedir un objeto para un juego y que alguien te dé su sopa de letras, o comprarla en un quiosco a la vista de todos. Eso ya es "trampa".



:glowing_star: _¿Sería admisible trucar libros normales que son iguales que los de cualquier librería? ¡POR SUPUESTO! Eso no tiene nada que ver con los compinches inanimados. Es la base de todo objeto trucado, que tenga apariencia de ser normal, e incluso se dé a examinar para que comprueben este punto. Pero si el libro no es del mago sino que lo toma de las estanterías del lugar donde actúa o lo lleva una chica bajo el brazo y se lo pide prestado o se lo encuentra en un cajón de la mesa donde actúa porque a saber quién lo ha dejado allí… eso ya sería un compinche, alguien ajeno al mago que está compinchado con él, sólo que no es un ser humano.


:glowing_star: _Magos clásicos de todos los estilos (Annemann o Kaplan, por citar solo dos ejemplos) han utilizado estos métodos de camuflar los objetos trucados entre los normales.
Camuflar objetos trucados entre normales está muy bien, no hay problema, pero si todos los presenta el mago. Por ejemplo, el mago saca una bandeja de cubiertos, la mayoría normales menos uno, y la gente examina los normales. O saca su monedero, y entre las monedas normales (que alguien mete la mano y coge algunas para verlas) saca una plata/cobre. Perfecto, no hay problema. O que entre todas las cartas normales una sea doble dorso. Perfecto.

Pero si el cubierto que el mago va a frotar y romper, y que está trucado, el mago lo desliza en el cajón de los cubiertos del restaurante donde actúa, y le dice a alguien que saque algunos cubiertos, si no le molesta al camarero, y de esos fuerza el trucado… eso ya estaría "mal". Desde luego es mucho más fuerte el efecto, pero alguien podría sentirse decepcionado si lo supiera.


:glowing_star: En una frutería, sacando la fruta de entre un montón, nadie puede dudar de que todo lo que hay en ella es normal. Sí, estoy de acuerdo, es una gran tentación hacerlo así, pero claro… ya es un compinche inanimado. El que los acepte, adelante :)

:glowing_star: ¿Hay que meterlos en el mismo saco que el compinche persona? Mi opinión es que no.
Pues me parece muy bien, es razonable pensar que no pertenecen a la misma familia de recursos mágicos. Yo parece que sí que los metería en el mismo saco, pero vamos, no estoy seguro tampoco.

:glowing_star: Si un compinche nombra el número, la carta o la palabra que el mago le pidió que nombrara, y coincide con la predicción, ¿dónde está el mérito? A mí, como espectador, eso me parece una estafa incluso artística.
De acuerdo contigo, Darkman. Pero es más, en un caso donde sí que tuviera mérito el juego, seguiría siendo inválido si interviniera un compinche. Por ejemplo, el mago controla una carta firmada, la empalma y, cuando el mago sube de nuevo al escenario, la lanza al regazo de un espectador compinche que está sentado en el patio de butacas. Una vez el mago en la escena, muestra que la carta no está en la baraja, y le dice a ese espectador compinche que mire dentro de su cartera, junto al carnet, y muestra a todos la carta firmada. El juego tiene mérito, pero hay compinche, no vale… El robo de la carta mola, pero el que aparezca dentro de la cartera de un compinche, no mola.

:glowing_star: si el espectador llama desde su propio teléfono a un número que le facilita el mago (que no habla en todo el tiempo) y el interlocutor-compinche, que se encuentra en otra ciudad, identifica un dibujo que alguien en la sala acaba de hacer y más tarde el espectador se entera de cómo el mago ha conseguido transmitir el dibujo, ¿crees que se sentirá estafado, o admirará el procedimiento empleado?
No, no se sentirá estafado. Si haces ese juego, Darkman, eso no tiene nada que ver, ni con compinches animados ni con compinches persona. Porque el que contesta al teléfono, todos tienen claro que es alguien de tu equipo, relacionado contigo, un médium. Si se enteran que le has transmitido el dibujo con un código secreto, no pasa nada, es el truco, ¡algún truco ha de haber!
Pero si le dices a un espectador cualquiera que llame a un número cualquiera con su móvil, y el que ha hecho el dibujo se pone al aparato, y la persona "al azar" que está en el otro lado de la línea le adivina el dibujo, y luego alguien se entera que el espectador que tenía el móvil era un compinche que ha llamado a un amigo mago tuyo… Eso ya decepciona.



La sensación de estafa es ésta (o que creo yo que se produce, no sé...):

:angry: _"Jo, me ha defraudado este mago, resulta que yo lo tenía como el mejor mago del mundo, porque a diferencia de los demás, hacía magia con objetos prestados, que no eran suyos, y cambiaba de color la corbata de un espectador, y transformaba una letra de un cartel que había en la calle, y le pedía a alguien que comprara un paquete de tabaco de una máquina, y al abrirlo el espectador salía dentro el anillo desaparecido, sin tocarlo el mago. Yo decía que era verdadera magia, que por fin había visto magia… Y resulta que la corbata del espectador "a quien no conocía" estaba trucada, el cartel de la calle lo había pegado él y estaba trucado, y el cabrón había metido en la máquina "con la que supuestamente no tenía nada que ver" un paquete de tabaco con un anillo dentro, según me dijo el camarero que lo vio. ¡Venga, hombre, vete por ahí a tomar el pelo a otro…! ¡Eso es trampa, no tiene el mérito que yo había supuesto! Tenía a este mago en un pedestal y ahora lo tengo por debajo de los demás magos".

Y esa sensación no se produce cuando el espectador se entera de que nos sabemos la baraja de memoria o de que el pañuelo lo metemos en un falso dedo, sino que dice: _¡Los trucos de los magos! ¡cómo se las arreglan los tíos para engañarte, qué cosas!". Pero no nos manda a la porra.

Saludos. :)
#169639 por El Gran Pantuni
26 Nov 2014, 15:35
Ahora que esta Jim Krenz de gira dire que la primera vez que estuvo en nuestro pais conoci de sus manos el fantastico juego de John Cornelius (Pen through Anything), que como todos sabeis es el juego del boligrafo que atraviesa en billete.

El juego por aquellos dias (año 91, 92) era de una fuerza brutal porque estaban muy de moda los boligrafos que usaba en este juego (replica de Mont Blanc) ademas del hecho de que los imanes de neodimio apenas eran conocidos.

Recuerdo que años mas tarde en el trabajo usabamos unos rotuladores papermate que nos proporcionaban en el centro de trabajo. Una tarde lluviosa me entretuve y prepare un papermate replicando el original que habia adquirido de Jim Krenz.

Una vez preparado, llego el momento de esperar... :tightly-closed_eyes:

Despues de muchos dias de llevarlo al trabajo, un compañero estaba usando su papermate y surgio la oportunidad. Se lo pedi e hice un breve comentario sobre el trazo que tenia. Despues le pedi un billete y le pedi que lo firmara y que lo mirase al trasluz para comprobar que era genuino, momento que aproveche para darle el cambiazo al papermate.

Realize el efecto y al entregar el billete volvi a cambiar el rotulador que deje en la mesa como si nada.

El uso de este compinche inanimado como lo califica Daroca me proporciono una de las mejores reacciones magicas por parte del publico que recuerdo.
#169645 por Darkman
26 Nov 2014, 23:09
Gracias por el tiempo que te tomas, Daroca.
Después de leer tu extensa respuesta, me reafirmo en que esta polémica es un tanto artificial (pero no por ello menos apasionante), ya que la línea que separa el gimmick (magi-éticamente aceptable) del compinche inanimado (inaceptable, según tu teoría) es tan delgada que confieso mi incapacidad para distinguirla y, por tanto, usarlos, en caso de que lo haga, no me causa más problema que hacerlo con cualquier gimmick.

Entiendo que la frontera de lo ético estaría en que el público debería saber de antemano que el objeto mágico pertenece al mago o lo colocó este en el lugar donde se halla, para que el espectador no se sienta engañado.

Tal vez no haya entendido nada, pero opino que precisamente el prodigio sucede cuando se usan objetos de apariencia cotidiana y/o extraídos de entornos cotidianos. Si me presento en un escenario con la caja para serrar a la partenaire, nadie del público se va a sentir engañado, porque lo que van a ver es cómo por un procedimiento que no conocen, el mago va a cortar a una señora en dos trozos para recomponerla después. Hay asombro, pero no magia, porque se sabe que todo está oculto.

Los gimmicks funcionan porque pasan por objetos normales. El mago, a mi modo de ver, debe, de la forma más natural posible, convencer al público de la normalidad del mismo, aunque sabe que no lo es. Eso ya es strictu senso un engaño, y el espectador podría quejarse si supiera de su verdadera naturaleza. Y no sería menor que el que supondrían los llamados compinches inanimados.

En cualquier caso, las reacciones del público, la persistencia del efecto en su memoria y la satisfacción del mago por lo conseguido bien merece el riesgo de transgredir (si lo hiciera) solo unos milímetros la línea que trazas, como parece apoyar Carlos con su ejemplo.

Saludos mágicos.
#169646 por Daroca
26 Nov 2014, 23:48
Gracias por vuestros aportes, Carlos y Darkman. :smiley:

De acuerdo con ambos: el compinche inanimado hace que el efecto sea brutal, que se produzca un gran impacto mágico.

Pero no de acuerdo con el último párrafo de Darkman, en que este gran valor del compinche inanimado justifique transgredir la línea. Porque por esa regla de tres, un compinche-persona merece todavía más transgredir la línea, porque todavía es mayor el efecto en ese caso. Y siguiendo en las reglas de tres, llegamos a los trucos de cámara y terminamos en Dynamo total. Entonces, o nos hacemos Dynamos o ponemos límites.

La semejanza entre gimmick normal y compinche inanimado: en los dos casos pretendemos hacer creer que son objetos normales.

La diferencia entre gimmick normal y compinche inanimado: en el gimmick no violamos el código ético que asume el espectador, y en el compinche inanimado sí. Luego no es lo mismo.

Es como ganar al póker mintiendo con un farol o bien ganar mintiendo porque uno haga trampas. No es lo mismo, aunque en ambos casos se oculta la verdad.

Y tampoco estoy de acuerdo en que si hago la mujer partida en un escenario con un aparato al uso, haya asombro pero no magia. Si el juego está bien estudiado y bien ejecutado -y contamos con un público bueno y receptivo-, hay magia.

En resumen: ¿el fin mágico justifica los medios mágicos? La "Ética de la Honestidad Fundamental" dice: _"¡NO! Rebaja la potencia de tu efecto si es necesario, pero no utilices nada que defraudara al espectador si llegara a enterarse del secreto."

El problema puede estar en decidir cuándo se produce esa defraudación del espectador, eso tendría que estudiarse mediante encuestas: _"Oye, mira, dime qué te parece un mago que utiliza trucos de cámara, y ahora qué te parece uno que usa compinches persona, y ahora qué te parece uno que utilice compinches inanimados, y ahora qué te parece uno que utilice cartas trucadas, etc." ¿Alguien se anima a hacerla?

Se puede admitir que todo vale o que algunas cosas no valen según criterios. Pues la propuesta de este hilo es que el criterio para rechazar un recurso mágico sea advertir cuándo el espectador pase de asombrarse si supiera el secreto a decepcionarse si supiera el secreto. Y sigue postulando que los compinches inanimados caen en el lado negativo de la frontera. Pero bueno, habría que hacer encuestas. Saludos. :smirk:
#169926 por Serdna
27 Dic 2014, 23:11
Por mi parte, me posiciono del lado de Daroca, aunque entiendo (pero no comparto) las opiniones contrarias (afortunadamente, así esto es más entretenido). Yo soy totalmente contrario al uso de compinches y también creo en una ética fuerte en la magia. A ver si soy capaz de explicar mi postura:

Yo parto de la base de que en el espectáculo hay unos artistas y un público, y que no debe haber confusión entre ellos. Entre los artistas incluyo no solo al mago sino a cualquiera de sus ayudantes: desde la partenaire hasta el técnico de sonido. Los ayudantes pueden estar escondidos como parte del truco (en el doble fondo de una caja, por ejemplo) pero no camuflados entre el público como si fueran parte de ese público, porque entonces tendríamos al compinche. Esa es para mí la clave: el mago puede tener ayudantes (visibles o escondidos) pero no compinches. Por ejemplo: el mago muestra un objeto, su ayudante le acerca un pañuelo para cubrirlo, lo cubre (y al mismo tiempo ella se lo lleva escondido mientras parece que sigue bajo el pañuelo), el mago da unos pases mágicos (y al mismo tiempo ella coloca el objeto en el otro extremo del escenario), el mago muestra que el objeto ya no está debajo del pañuelo y señala al otro extremo del escenario a donde ha “viajado” mágicamente. A mí esto me parece totalmente legítimo. Tan legítimo como un falso depósito. Porque en todo momento el público sabe que los ayudantes del mago efectivamente le ayudan (como su nombre indica) aunque no sepan cómo (igual que saben que el mago hace trucos, aunque no sepan cuáles). Pero esto otro no me parece legítimo: el mago hace más o menos lo mismo que antes pero en la calle y su “ayudante” es uno que parece parte del público. No me parece legítimo porque ahí se está usando un compinche, no un ayudante, ya que para el público ese no es ayudante sino alguien del público.

Siguiendo la misma idea, la aplico a los “compinches inanimados”: el mago puede tener “ayudantes inanimados” pero no “compinches inanimados”. La clave en este caso está en que debe quedar claro lo que es del mago y lo que no. A ver si con ejemplos lo aclaro. Igual que el ayudante del mago puede estar escondido (en un doble fondo), el mago puede hacer pasar un objeto suyo por otro del espectador o de la calle siempre y cuando lo haga con medios propios de mago. Me explico: me parece legítimo pedir varios objetos al público y (llevando uno empalmado) simular coger uno de ellos cuando en realidad coges el tuyo. Me parece legítimo porque haces algo propio de un mago (usas técnica de mago: empalme, cambiazo; incluso si quien lo hace es tu ayudante). Lo mismo que si pido una baraja en una casa particular y le añado cartas extras o trucadas y luego las extraigo, o la cambio por otra mía, sin que se note: lo estoy haciendo usando técnicas de mago. Pero si tengo un compinche que, haciéndose pasar por uno del público introduce el objeto trucado o si antes, sin que me vean, coloco el libro trucado entre los del dueño de la casa como si fuera suyo, eso no me parece una técnica propia de mago.

En analogía con lo anterior, la magia se hace en un “escenario”, bien sea el de un teatro, el de un salón o alrededor de una mesa, o en la calle, pero que, sea como sea, hay un escenario delimitado, ya sea por límites físicos o tácitos. Veo legítimo utilizar todo aquello que esté claro para el público que es parte de ese escenario, pero no veo bien introducir elementos trucados “de contrabando” en el escenario (por la misma razón que los compinches). Si saco una botella de coca-cola de mi bolsa de magia en la calle, es parte de los elementos de mi escenario en la calle, pero si aparento encontrármela allí mismo no me parece legítimo de cara al público. Para mí sería legítimo decir a alguien que me preste una lata y luego darle el cambiazo, pero no lo otro.

Andrés.

PD: Por si hubiera dudas: los gimmicks y fakes me parecen totalmente legítimos porque son parte del escenario (la baraja del mago, su cuerda, su corbata, su cartera, sus sobres, su jaula de animales..., su D'lite) igual que sus ayudantes.
#169938 por Darkman
28 Dic 2014, 18:26
Había dejado el debate un poco de lado, porque, sinceramente, no terminaba/termino de ver la diferencia entre los conceptos que están en juego, pese a los muchos ejemplos que ponéis; pero las últimas aportaciones de Andrés me han empujado a intervenir de nuevo.
Antes de nada, quiero dejar claro que en ningún momento he querido mostrarme partidario de transgredir las leyes no escritas de la magia en lo más mínimo. Siento que se haya interpretado así alguna frase mía en una entrada anterior. Tomadla como un lapsus y, en todo caso, consideradla como no escrita si de ella se deriva una interpretación que pudiera avalar la tesis contraria.
Sí me reafirmo en que no creo que para las leyes de la magia suponga un problema el uso de artilugios y/u objetos trucados de apariencia lo más inocente posible para eliminar cualquier sospecha en el público y aumentar, por tanto, su asombro, como he tratado de argumentar en mis intervenciones anteriores y, por lo que leo, a Andrés tampoco le parece mal. Parece ser que la dificultad empieza cuando no dejamos que el espectador pueda intuir una mínima posibilidad de trucaje, al hacer pasar por cotidianos (y exentos de cualquier relación con el mago) objetos que no lo son. Y para mí, precisamente ahí está la esencia de la magia. De verdad que no soy capaz de captar la falta de ética en ese comportamiento. En ningún momento hablo de compinches persona, de trucajes de cámara ni nada parecido que ya he calificado de inaceptables, pero que serían comportamientos anti éticos que estarían a años-luz de los que estamos juzgando y, en todo caso, no hay ninguna razón para pensar que se empieza trucando un limón y se termina caminando sobre las aguas.
Tal vez, la dificultad estriba en el tipo de magia que practicamos cada uno. Ayer estuve viendo vídeos de grandes ilusiones. Y no soy capaz de sentir fascinación por este tipo de espectáculo. Admiro, y mucho, a los creadores de los efectos, auténticos ingenieros capaces de crear artilugios asombrosos, y también a sus intérpretes, prodigios de habilidad (y agilidad en muchos casos). Juntos, son capaces de arrancarnos sinceros aplausos y ovaciones, pero no creo que ningún espectador de grandes ilusiones crea que lo imposible ha sucedido (esencia, para mí, de la magia). Se romperá la cabeza tratando de encontrar el mecanismo físico que hace posible el efecto y se rendirá al no encontrarlo, pero nunca creerá que un tipo sobrevuela el escenario de manera natural o que permanecía amarrado en un habitáculo mientras este ardía, para reaparecer sano y salvo desde el fondo de la sala, porque un poder especial y único lo hace posible.
En mi rama, el mentalismo, las cosas son distintas.(No puedo mirarlo ahora, pero creo que esto ya lo escribí antes; disculpad si ha sido así). Los objetos utilizados son pocos, cotidianos e inocuos en apariencia (y, como decía alguien, el mentalista perfecto sería el que no tuviese necesidad de objeto alguno, idea que comparto): papeles, libros, pizarras, fotografías,... Y creo que, precisamente es esa apariencia de normalidad (porque en muchos casos lo son) lo que logra el asombro y hace posible la magia, hasta el punto de que en muchos espectadores se instala cierta inquietud sobre si lo que han visto pudiera haber sido real (por no decir que lo creen, que no son pocos los que lo manifiestan así -y no menos los mentalistas que lo fomentan, incurriendo, estos sí, en una falta de ética mágica-). Si los objetos que usamos tuviesen una apariencia diferente a la habitual, no podría crearse la necesaria atmósfera de ilusión para que nazca la magia. De hecho, es lo que ocurre cuando alguno aparece en escena, pasando de ser mentalismo a un juego de magia convencional, de salón o de escena (que no tiene menos categoría o calidad, simplemente es otra cosa). Mi cajón de sastre está repleto de cosas que, para mí, como espectador, serían extrañas, y que solo utilizo cuando hago magia convencional (cajas de cambio, por muy transparentes que sean, por ejemplo).
De todas formas, quiero que sepáis que vuestra insistencia está haciendo mella en mí. Estoy preparando un test de vivos y muertos (igual abro un hilo después sobre algo que me estoy cuestionando a este respecto) con papel dissolvo. He encontrado un papel convencional exactamente igual en color y lo he cortado en hojitas que he entremezclado con las otras adecuadamente y hasta a mí me cuesta distinguirlas. Sin embargo, por lo que decía antes, el hecho de que el mentalista saque los papeles ya cortados y preparados, a mí, como espectador, me sacaría de la magia. Habría una manera de evitarlo, y es cortar las hojas de un cuaderno normal, ante el público (una normal y una trucada, aprenderse el orden de los trocitos y distribuirlos convenientemente) pero por culpa de este puñetero hilo no me decido a hacerlo, no vaya a ser que esas dos inocentes hojitas (o, al menos una de ellas, sea un perverso compinche inanimado).
Una última reflexión: en los concilios católicos de la Edad Media se discutió durante interminables sesiones sobre el sexo de los ángeles o sobre cuántos de estos podrían bailar sobre la cabeza de un alfiler.
¡Feliz año!
#169940 por Serdna
28 Dic 2014, 20:29
Darkman, estoy totalmente de acuerdo con la respuesta de Daroca y no puedo añadir mucho más. Te animo como él a seguir adelante con ese juego: a mi modo de ver, tampoco es un “compinche inanimado”, al revés, me parece una muy buena idea.
#169942 por Daroca
28 Dic 2014, 20:54
Darkman, a ver, la culpa es mía que no me he explicado bien. Lee lo de Andrés y lo que diga él o como lo expliquen otros, porque a veces explico las cosas para mí, con ideas sobreentendidas y otros errores explicativos. Siento no haberte podido transmitir el concepto. :)

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