Presentación, psicología, técnicas teatrales,...
#155902 por Daroca
08 Mar 2012, 12:43
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(Estudio detallado para mejorar cada uno en nuestro arte, intentando aplicar estos conceptos).

Éstos son los cuatro cánones del toreo. Este artículo lo escribí en la bitácora de Rubiales hace bastante tiempo y me he acordado ahora de él, al pensar en cómo hay que realzar los clímax en magia. Aquí tenemos un vídeo esquemático para comenzar a entender estos conceptos:



En Magia, el toro es el público, el diestro es el mago, el engaño o la muleta es el secreto del juego, su vida interna, y la suerte es el juego en sí, lo que ve el público, su vida externa (se llama “suerte” a lo que se hace con el toro en cada pase: chicuelina, verónica, lance a pies juntos, larga cambiada, etc). Todo junto conforma el arte del toreo, que sería la Magia.













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:arrow: PARAR

Acorde con la evolución del toreo, el concepto de parar es, por un lado, tal como lo recogen la mayoría de los autores, y entre ellos Pepe Hillo: “la acción que ejecuta el diestro, cuando se está parado en el terreno sin mover los pies, hasta que el toro llega bien a jurisdicción y le hace la suerte”.

Es decir, parar no es otra cosa que quedarse quieto, o como gráficamente define el maestro Andrés Vázquez: “cuando se marca sobre la arena el número de las zapatillas”. En este sentido decía el matador de toros y poeta Sánchez Mejías que “un hombre quieto vale más que dos hombres en mal movimiento”. Dicho lo anterior cabe también aplicar el término parar al hecho de aminorar la embestida del toro en el engaño, como primer paso para llegar a templarlo.

En Magia, PARAR hace referencia a la forma que tiene el mago de parar al público. El público no sabe bien de qué va el espectáculo, sólo que va de magia, pero nada más, no se sabe el papel, no sabe qué va a pasar. Pero ahora viene el mago y en los primeros segundos o minutos tiene que dominar, controlar, PARAR al público, se los tiene que ganar en un instante para que se callen, le miren y le presten atención. Y esto se hace tanto física como psicológicamente. El mago “torero” tiene que presentar una planta, una elegancia inicial -aunque actúe en mesa-. No puede ir de cualquier forma sino con “traje de luces”; no puede tomar una postura poco elegante (¿Cómo quedaría un torero encorvado o desgarbado?). Cuando sale el mago a escena tiene que producirse una expectación, entonces el público SE PARA, porque él también SE PARA, "hinca sus zapatillas en la arena". Pero sobre todo, las armas con las que el mago consigue PARAR son psicológicas: por ejemplo la mirada, el silencio -o por lo menos la calma y la apostura-, el no precipitarse ya con el primer efecto como si nos quemara en las manos, etc. Si nos precipitamos no estamos parando al público, sino que el público sino al revés, el público se etá parando frente a nosotros y nos está marcando su propio ritmo.

Quieto, párate y el público se parará, aunque sea por curiosidad. Tú eres el rey ahora, y todo va a girar a tu alrededor en los próximos minutos. En resumen, PARAR es captar la atención y ganarse el respeto, tenerlos callados y pendientes de ti en pocos segundos; y si no te impones será el toro el público el que te pare a ti e incluso te cornee.


Juan Luis Rubiales, maestro en todo, pero más que nada en PARAR.















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:arrow: TEMPLAR

Como segunda premisa de lo que es torear, se establece el templar la embestida del toro.

Como regla general, templar es acompasar la velocidad de los engaños a la velocidad de la embestida del toro. Como complemento de lo anterior, para algunos, templar es también tratar de lograr que dicha embestida se vaya acoplando poco a poco al movimiento de las telas. “El temple es el fluido sosegado en el que se desarrolla el buen toreo”, dice Felipe Garrigues.

Así lo entiende Marcial Lalanda, quien afirma: “El temple, que según mi padre comenzó a practicarlo El Guerra, es acompasarte a la embestida del toro y, poco a poco, hacer que él se acople a la tuya”. Para el maestro Santiago Martín “El Viti”, “El temple es algo más que torear con lentitud, es dar la impresión de que paras al toro”. El temple no es torear despacio, y puede serlo a la vez. No es torear deprisa y puede serlo a la vez. El temple lo marcan las condiciones del toro, la velocidad del toro. Pero, insisto en que, como dice el maestro Joaquín Bernadó, el temple es también “insuflar tú con los engaños un cierto ritmo a la embestida del toro, para llegar a ralentizarla”. Algo que, como decía Pepe Luis Vázquez, se produce “poco a poco, al ir reduciendo velocidad el toro”. En Andalucía se habla del “son del toro”. Eso es el temple, torear al son que marca el toro y a continuación imponer el ritmo del son.

Está bien claro entonces qué es TEMPLAR en Magia. Es comenzar a realizar los juegos pero llevando el público a tu ritmo, a tu mundo, a tu atmósfera, a lo que te gusta a ti, a lo que tú entiendes por arte y por Magia. Pero no procediendo exactamente con los mismos pasos ante cualquier tipo de público, no. Al principio hay que engancharle, no es lo mismo un público que otro, hay que conectar con la mirada, hay que conseguir sus primeras risas, sonrisas o gestos de interés, hay que asegurarse que te van siguiendo. Y entonces y sólo entonces empiezas a llevarlos al ritmo que tú quieres. TEMPLAR no es necesariamente hacer magia con lentitud, pero no sería mala descripción esa, en el sentido de que eres tú el que impone el ritmo. Y luego ya vendrán momentos rápidos, lentos o como estén diseñados por ti. Es decir, ya has parado al público, ya están pendientes de ti porque les has interesado, y ahora les estás haciendo entrar en tu mundo, porque cada espectador tiene el suyo, su cabeza está llena de problemas, de preocupaciones, de pensamientos, de su mundo personal…, y tú tienes que meterlos a todos en el tuyo, con tu velocidad, tu humor, tus fantasías y tu concepción del arte. Estás templando.


René Lavand, maestro en todo, pero más que nada enTEMPLAR. Obsérvese cómo una vez parado, acomoda al público a su ritmo. Lo templa.















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:arrow: MANDAR

El mando se consigue cuando se hace que “el toro se movilice tras el engaño siguiendo la voluntad del diestro”, afirma Cossio.
Y es verdad. Pero, yendo más allá, hay que considerar que mandar es la consecuencia de dominar en la embestida, de ahí que se manda en tanto en cuanto se alargan los muletazos, y a su vez se alargan en tanto en cuanto se manda en la embestida.
Pero ni lo uno, ni lo otro, – ni mandar, ni alargar -, son términos baladíes, pues ambos son necesarios para poder colocarse, tras el oportuno remate, y así poder ligar. Por último, habría que considerar, según lo definido, que se manda más a partir del segundo y tercer pase, o lo que es lo mismo, que la acción de mandar tiene más mérito a partir de dichos muletazos.


Se MANDA cuando has parado y cuando has templado. Entonces se produce la Magia. Una vez que les has metido en tu mundo les haces vivir una emoción, les llevas al Arco Iris Mágico. Como los tienes en el bote, ahora revelas el porqué les has introducido en tu universo, el porqué les has hipnotizado, dominado,… y todo era para hacerles vivir lo que quieres que vivan. Cuando el torero-mago para, el público se estremece; cuando el torero-mago templa, al público le recorre un escalofrío de emoción; pero es en el MANDAR cuando la gente grita OLE y hasta se pone en pie, un OLE que en Magia se grita en forma de aplausos.


Juan Tamariz, un maestro en todo, pero más que nadad en MANDAR. Obsérvese cómo va conduciendo al público hacia el clímax.

















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:arrow: CARGAR LA SUERTE

Domingo Ortega añadiría a esta trilogía un cuarto término: cargar la suerte. Consiste en desplazar todo el peso del diestro hacia la pierna que torea -si lo hace con la mano derecha, sobre la pierna derecha, y si lo hace con la izquierda, sobre la pierna izquierda- en un leve movimiento hacia delante que se debe realizar cuando el toro ya ha iniciado su marcha hacia el engaño, marcándole con él el nuevo camino a recorrer. ¿Se puede torear sin cargar la suerte? Sí, pero ya es otro concepto de la lidia. Hoy, por desgracia, hay toreros que “descargan la suerte”, o sea desplazan la pierna hacia detrás por comodidad y para evitar riesgo.


CARGAR LA SUERTE sería en Magia el arte de enfatizar el clímax, o mejor dicho el efecto, el juego entero. Ascanio lo llamaba SENTIR, “tenéis que sentir,si no sientes no hay nada…”, no hay más que ver en sus vídeos los clímax de sus juegos para entender qué es sentir. En el libro de reciente edición "Recordando a Arturo", Héctor Mancha recuerda cómo el maestro se ponía una tarjetita para poder leerla mientras actuaba; en esa tarjeta se podía leer su consejo para sí mismo a la hora de hacer magia: "Goza".

Pero no se trata de un sentimiento interior e introspectivo, sino un sentimiento expresivo, expansivo, hacia afuera, es decir, la gente se tiene que enterar de que estás sintiendo para que tu emoción entre en resonancia con ellos y también sientan. Este sentir, este CARGAR LA SUERTE, puede manifestarse en gestos, pausas de suspense, aumentos de la intensidad de la voz (o disminuciones repentinas), poesía en la charla,… Es decir, CARGAR LA SUERTE es no conformarse con que se produzca el efecto y que sea él quien se lleve el aplauso. El aplauso tienes que ser para ti, no para el efecto mágico, porque entonces le tendrás que enviar el aplauso a la tienda de magia donde te has comprado el material o al autor de la rutina.

CARGAR LA SUERTE es adelantar la pierna para arrimarse al toro en el momento del pase de pecho, la verónica o lo que sea, así que en Magia también tienes que “adelantar esa pierna”, que es implicarte, poner toda la carne en el asador, meterte tú en el efecto; no ser un simple presentador sino formar parte de la razón para aplaudir. Si CARGAS LA SUERTE dejas de ser artista y te conviertes en arte.



Arturo de Ascanio, maestro en todo, pero más que nada en CARGAR LA SUERTE. Obsérvese la acentuación distinta de cada uno de los clímax en esta rutina.











Slydini, maestro único en las cuatro fases a la vez y de manera excelente en todas ellas: PARAR, TEMPLAR, MANDAR Y CARGAR LA SUERTE.


Ejemplo de un maestro en las mismas cuatro fases, pero esta vez en toreo. Obsérvese la ejecución de estos cánones y tómese como inspiración para hacer lo mismo en magia.

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