No es por teorizar, es que éstos son dos momentos problemáticos que a lo mejor muchos domináis. A mí me violentan un poco. A ver cómo se pueden tratar o analizar de alguna forma.
El Post-juego es el momento en que ya ha acabado el juego, ya se ha producido el efecto, ya se han producido las bocas abiertas y las exclamaciones. ¿Qué hacer ahora? Te quedas con cara de "¿habéis visto?" "¿A que mola?" "Pues me alegro de que os haya gustado..." "Y mira...", o incluso peor: "Elogiadme, venga"... Y mientras en los minutos anteriores llenabas tú solo el espacio y el tiempo, ahora te quitan la peluca y el antifaz, te puedes notar desprotegido, ya ha acabado tu obra de teatro, por lo menos hasta el próximo acto. ¿Qué haces en esos momentos?Una técnica habitual es fomentar que haya aplausos (sobre todo en escena es lógico, pero en cerca no tanto, sobre todo en actuaciones más informales, no que estén todos sentaditos frente a tu mesa). Los aplausos llenan ese vacío mientras los agradeces, están muy bien pensados, aunque aplaudir puede ser forzado y antinatural en esas actuaciones no superformales.
Otra técnica puede ser decir algunas palabras en plan de epílogo o meter ahí un chiste por llenar el espacio,... y pasar a otro juego.
Post-actuación. Esto es peor, es lo mismo pero cuando ya no vas a hacer más juegos. Se ha acabado la actuación. Si es en escena, pues te vas de la escena y allá se las componga cada cuál, cada uno regresa a su mundo y todos en paz. Si es en cerca formal con sillas y todo montado, pues la gente se levanta y tú te quedas en un segundo plano psicológico, recogiendo el material o recibiendo las felicitaciones de los que se han querido acercar para estrecharte la mano. Pero en actuaciones menos formales de muy cerca, se produce un silencio, porque no se puede pasar de haber estado diciendo oh!, a hablar de fútbol al minuto siguiente, hay como una obligación o necesidad de hablar de lo que se ha visto, y en primer lugar se revive o se comenta algún momento de la actuación, pero eso dura lo que dura, después se puede producir un vacío algo violento porque nadie sabe qué decir ya y no se atreven a cambiar de tercio. Y el mago se queda un poco con "cara de tonto", por lo menos a mí no me gusta ese momento. Por supuesto, si es magia profesional de ir saltando de mesa en mesa, te vas y adiós, ahí no hay problema.Una técnica puede ser esperar a que te hagan preguntas y responderlas: ¿desde cuando te gusta esto? ¿Has visto al mago que sale en tal programa? ¿Pero esto tiene truco no? ¿Tiene que ser muy difícil aprender esto, no?, aunque en un momento se tienen que acabar y surge de nuevo el mismo problema, aunque ya con menor intensidad. Otra técnica puede ser activa en vez de pasiva, atacar con una conversación: ¿Os ha gustado? ¿Qué parte os ha gustado más o cuál menos, para tener yo mis datos? Otra técnica, que creo yo que puede ser la mejor, es promover una breve conversación en torno a la magia e intentar que se vaya diluyendo, derivando naturalmente hacia otros temas, y ya nace una conversación normal que empezó hablando de magia pero que ahora va navegando por otros mares. Y otra perspectiva del tema es no obsesionarse con esto, que da igual, que haga cada uno lo que quiera, tú pasas a ser uno más de la reunión y ya se ocupará la gente de llenar el espacio, que son mayorcitos, y tú no hacerte ya responsable de lo que pase ahí, pero puede producirse un silencio o un vacío del que te sientas culpable y que lo vivas como una falta de gracia tuya.
Pues a ver si hay alguien que también le preocupen esos dos momentos raros y cómo los soluciona o qué se le ocurre para ello.
