Cuenta Patrick Page que un mago escribía a la tienda de magia y pidió:
El cigarrillo a través del pañuelo
La transposición de la sal
La aguja a través del pulgar
El pañuelo de seda en un cono de papel
La lectura de una nota en un sobre cerrado
La aparición de un pañuelo a mano limpia
Pidiese lo que pidiese siempre recibía una Falso Pulgar. Se sentó con el catálogo de su distribuidor, determinado a encontrar un efecto diferente. Finalmente, se decidió por "la mujer cortada". Una ilusión automática que no requiriera habilidad manual y que pudiese ser presentada bajo cualquier condición, adaptable a todo tipo de audiencias y que tuviera instrucciones ilustradas. Escribió la orden, preparó el cheque y lo introdujo en el sobre preimpreso que la tienda de magia le había envíado. Puso el sello y se fue silbando al buzón más cercano. Estuvo a punto de echar la carta dentro del buzón cuando, de repente, se detuvo. Hizo una pausa y empezó a romper el sobre en pedazos. Tiro los trozos al aire y se volvió a casa pensando para si mismo: "Al diablo con este juego, probablemente sea otro Falso Pulgar".
("El libro del Falso Pulgar" de Patrick Page, Tango ediciones págs.37 y sgs)
El cigarrillo a través del pañuelo
La transposición de la sal
La aguja a través del pulgar
El pañuelo de seda en un cono de papel
La lectura de una nota en un sobre cerrado
La aparición de un pañuelo a mano limpia
Pidiese lo que pidiese siempre recibía una Falso Pulgar. Se sentó con el catálogo de su distribuidor, determinado a encontrar un efecto diferente. Finalmente, se decidió por "la mujer cortada". Una ilusión automática que no requiriera habilidad manual y que pudiese ser presentada bajo cualquier condición, adaptable a todo tipo de audiencias y que tuviera instrucciones ilustradas. Escribió la orden, preparó el cheque y lo introdujo en el sobre preimpreso que la tienda de magia le había envíado. Puso el sello y se fue silbando al buzón más cercano. Estuvo a punto de echar la carta dentro del buzón cuando, de repente, se detuvo. Hizo una pausa y empezó a romper el sobre en pedazos. Tiro los trozos al aire y se volvió a casa pensando para si mismo: "Al diablo con este juego, probablemente sea otro Falso Pulgar".
("El libro del Falso Pulgar" de Patrick Page, Tango ediciones págs.37 y sgs)
"Cuando despertó, el dinosaurio (ya no) estaba allí" Augusto Monterroso