Viendo uno de los videos de Docc Hilford me encontré con una de las técnicas más antiguas en la magia, la elección del mago.
Hilford hablaba de la gran masa de magos que telegrafiaban los vericuetos de la técnica según la iban realizando. Un forzaje como este, fundado en el equívoco y en la utilización de términos de doble significado requiere sobre todo de un trabajado guión interno y una dosis fundamental de autoconvencimiento.
Dudar en cada descarte demuestra el proceso mental interior del ilusionista que intenta llevar el proceso de descarte a una conclusión favorable. Leída sobre el papel, y ejecutada por algunos magos parece algo imposible de conducir al éxito. Para darse cuenta de lo maravilloso de esta técnica sólo hay que pensar en el propio Hilford o en el genial estudio del tema contenido en el libro Libertad de expresión de Dani Daortiz.
Abro este hilo para exponer un ejemplo más que creo demuestra la necesidad del guión interno y el autoconvencimiento para triunfar a lo grande con el equívoco. Este ejemplo parte del lugar en el que primordialmente hago magia. Hasta hace poco tuve la oportunidad de hacer magia de forma continuada en un pub. Una de las clientas habituales sabía hacer un (sólo uno) juego de magia, fundado exclusivamente en un vistazo y el forzaje del mago. Ella de vez en cuando hacía su juego (llevaba haciéndolo años a cada nueva amistad que se cruzara en su camino) y lo tenía tan interiorizado que manejaba el equívoco desde un punto más profundo que el meramente consciente. Las consecuencias a las elecciones de los espectadores fluían de tal forma que ellos ni olían como ella retiraba o dejaba cartas completamente ajena a la selección de quien estuviera protagonizando el efecto. Consecuentemente, para todo el mundo su juego era una hazaña enorme de habilidad mágica. Ella tenía un guión forjado de forma interna y espontánea con la repetición( creo que nunca se valorará lo suficiente el guión), tanto que estaba convencida de sus acciones y así lo transmitía.
Este es un ejemplo que me interesó tanto que no pude menos que escribirlo y publicarlo aquí, abriendo las puertas a tres conceptos enormes como son la elección del mago, el autoconvencimiento y el guión.
Hilford hablaba de la gran masa de magos que telegrafiaban los vericuetos de la técnica según la iban realizando. Un forzaje como este, fundado en el equívoco y en la utilización de términos de doble significado requiere sobre todo de un trabajado guión interno y una dosis fundamental de autoconvencimiento.
Dudar en cada descarte demuestra el proceso mental interior del ilusionista que intenta llevar el proceso de descarte a una conclusión favorable. Leída sobre el papel, y ejecutada por algunos magos parece algo imposible de conducir al éxito. Para darse cuenta de lo maravilloso de esta técnica sólo hay que pensar en el propio Hilford o en el genial estudio del tema contenido en el libro Libertad de expresión de Dani Daortiz.
Abro este hilo para exponer un ejemplo más que creo demuestra la necesidad del guión interno y el autoconvencimiento para triunfar a lo grande con el equívoco. Este ejemplo parte del lugar en el que primordialmente hago magia. Hasta hace poco tuve la oportunidad de hacer magia de forma continuada en un pub. Una de las clientas habituales sabía hacer un (sólo uno) juego de magia, fundado exclusivamente en un vistazo y el forzaje del mago. Ella de vez en cuando hacía su juego (llevaba haciéndolo años a cada nueva amistad que se cruzara en su camino) y lo tenía tan interiorizado que manejaba el equívoco desde un punto más profundo que el meramente consciente. Las consecuencias a las elecciones de los espectadores fluían de tal forma que ellos ni olían como ella retiraba o dejaba cartas completamente ajena a la selección de quien estuviera protagonizando el efecto. Consecuentemente, para todo el mundo su juego era una hazaña enorme de habilidad mágica. Ella tenía un guión forjado de forma interna y espontánea con la repetición( creo que nunca se valorará lo suficiente el guión), tanto que estaba convencida de sus acciones y así lo transmitía.
Este es un ejemplo que me interesó tanto que no pude menos que escribirlo y publicarlo aquí, abriendo las puertas a tres conceptos enormes como son la elección del mago, el autoconvencimiento y el guión.