Esto que comentamos pasa en todas las artes, no solo en magia. Toda arte tiene una parte técnica que solo puede ser apreciada por quienes conocen esa técnica: el resto, los profanos, al no conocer esa parte técnica, no pueden apreciarla, ni tienen porqué apreciarla. Por eso al hacer juegos de magia hay que tener en cuenta siempre el punto de vista del profano, no el de los magos que conocen las técnicas, y hacer los juegos que para los profanos son mejores (independientemente de que su técnica sea fácil o difícil).
La música: la mayor parte de la gente no entendemos de música, y no sabríamos distinguir una canción muy difícil de ejecutar técnicamente de otra muy fácil, pero sí que distinguimos que unas canciones nos gustan más y otras menos, y suele ocurrir que las canciones que más gustan al público no son siempre las más difíciles técnicamente. Por eso los buenos músicos tienen su espectáculo pensado para el público donde seleccionan de entre sus canciones las que al público más les gustan en progresión de menos a más y acaban con la que más le gusta al público, pero no las colocan de más fáciles a más difíciles técnicamente. Otra cosa es que luego a solas ensayen las más difíciles como superación personal, claro.
El cine: las mejores películas técnicamente hablando (con mejor interpretación, fotografía, iluminación, etc.) no son siempre las que más éxito tienen en taquilla. De hecho, como la mayoría de la gente tampoco entendemos de esos tecnicismos del cine, puede que nos guste más una película técnicamente pobre que otra mucho más rica en esos aspectos. Además, una película puede ser un rollo inmenso aunque los actores interpreten muy bien los papeles.
La pintura, escultura, arquitectura...: no siempre gustan más las obras de arte más difíciles de componer, diseñar, ejecutar...
De todo lo dicho, nos quedaría lo siguiente, combinando dificultad técnica y efecto en el público:
a) Juegos muy técnicos de gran efecto en el público.
b) Juegos poco técnicos de gran efecto en el público.
c) Juegos muy técnicos de poco efecto en el público.
d) Juegos poco técnicos de poco efecto en el público.
De donde deducimos fácilmente que hay que evitar los juegos tipo c) y tipo d) porque no tienen gran efecto en el público, y entre a) y b) elegir los de tipo b) porque nos serán más fáciles de ejecutar y nos darán el mismo resultado que los del tipo a): principio de economía: si puedes lograr lo mismo con dos opciones, una más difícil que otra, elige la opción más fácil.
Claro que hay juegos de efecto muy fuerte, cuyo efecto depende de la técnica empleada: ahí es imprescindible saberse bien la técnica si lo queremos hacer.
De todas formas, recordemos que algo de técnica siempre es imprescindible para hacer los efectos más fuertes: una buena mezcla falsa siempre mejora un efecto, un forzaje clásico es mucho más limpio que otros que hay por ahí más cutres... Creo que la clave está en buscar el equilibrio entre técnica y efecto: lograr el máximo efecto con la menor técnica. Ojo, no digo sin ninguna técnica, sino solo con la necesaria (claro que, a lo mejor la mínima técnica necesaria es un empalme posterior...)
Y todo esto pensando en el público, insisto, no en nuestra superación personal técnica.
La música: la mayor parte de la gente no entendemos de música, y no sabríamos distinguir una canción muy difícil de ejecutar técnicamente de otra muy fácil, pero sí que distinguimos que unas canciones nos gustan más y otras menos, y suele ocurrir que las canciones que más gustan al público no son siempre las más difíciles técnicamente. Por eso los buenos músicos tienen su espectáculo pensado para el público donde seleccionan de entre sus canciones las que al público más les gustan en progresión de menos a más y acaban con la que más le gusta al público, pero no las colocan de más fáciles a más difíciles técnicamente. Otra cosa es que luego a solas ensayen las más difíciles como superación personal, claro.
El cine: las mejores películas técnicamente hablando (con mejor interpretación, fotografía, iluminación, etc.) no son siempre las que más éxito tienen en taquilla. De hecho, como la mayoría de la gente tampoco entendemos de esos tecnicismos del cine, puede que nos guste más una película técnicamente pobre que otra mucho más rica en esos aspectos. Además, una película puede ser un rollo inmenso aunque los actores interpreten muy bien los papeles.
La pintura, escultura, arquitectura...: no siempre gustan más las obras de arte más difíciles de componer, diseñar, ejecutar...
De todo lo dicho, nos quedaría lo siguiente, combinando dificultad técnica y efecto en el público:
a) Juegos muy técnicos de gran efecto en el público.
b) Juegos poco técnicos de gran efecto en el público.
c) Juegos muy técnicos de poco efecto en el público.
d) Juegos poco técnicos de poco efecto en el público.
De donde deducimos fácilmente que hay que evitar los juegos tipo c) y tipo d) porque no tienen gran efecto en el público, y entre a) y b) elegir los de tipo b) porque nos serán más fáciles de ejecutar y nos darán el mismo resultado que los del tipo a): principio de economía: si puedes lograr lo mismo con dos opciones, una más difícil que otra, elige la opción más fácil.
Claro que hay juegos de efecto muy fuerte, cuyo efecto depende de la técnica empleada: ahí es imprescindible saberse bien la técnica si lo queremos hacer.
De todas formas, recordemos que algo de técnica siempre es imprescindible para hacer los efectos más fuertes: una buena mezcla falsa siempre mejora un efecto, un forzaje clásico es mucho más limpio que otros que hay por ahí más cutres... Creo que la clave está en buscar el equilibrio entre técnica y efecto: lograr el máximo efecto con la menor técnica. Ojo, no digo sin ninguna técnica, sino solo con la necesaria (claro que, a lo mejor la mínima técnica necesaria es un empalme posterior...)
Y todo esto pensando en el público, insisto, no en nuestra superación personal técnica.
Prefiero que me llamen Andrés, Serdna es solo un nick para registrarme en el foro.
